Un conjunto de huelgas en el transporte mantiene semiparalizada la ciudad de Londres desde jueves. Ese día 40.000 trabajadores del sector del ferrocarril iniciaron un nuevo paro a escala nacional, algo que se viene repitiendo desde junio. Muchas estaciones permanecieron desiertas o clausuradas. El viernes la circulación se restableció sólo a medias y este sábado se volverá a repetir el paro que impedirá la circulación de trenes hasta el domingo.

El viernes, la huelga se extendió a la red del metro, los cercanías y a más de 60 líneas de autobuses. Volvieron los atascos y millones de londinenses optaron por desplazarse a pie, en bicicleta o incluso trabajar en casa. Transporte para Londres (TFL), el organismo responsable del transporte en la capital, tiene previsto eliminar más de medio centenar de taquillas en las estaciones y revisar a la baja el plan de pensiones a fin de ahorrar más de 100 millones de euros al año a partir del 2025. "Unas medidas draconianas tomadas de manera unilateral", según el alcalde, Sadiq Khan, quien acusó al Gobierno de "tratar de provocar" a los sindicatos, mientras los londinenses "se ven pillados en medio de este fuego cruzado". La favorita para convertirse en nueva primera ministra británica, Liz Truss, advirtió que no permitirá que el país "sea tomado como rehén por militantes sindicalistas".

El aumento inasumible del coste de la vida alienta el descontento y la crispación social, que se extiende a todos los sectores y anticipa un otoño tempestuoso. En el caso de los ferrocarriles, los sindicatos rechazaron una oferta de aumento salarial del 8% durante dos años, condicionada afirman, a un importante número despidos. En la práctica es un recorte salarial, ya que la inflación interanual en julio llegó al 10,1% y alcanzará el 13% a finales de año, según las previsiones del Banco de Inglaterra.

Ola de huelgas

La pérdida de poder adquisitivo aboca a la pobreza a millones de hogares. Los trabajadores reclaman subidas acordes con la inflación. Actualmente contemplan ir a la huelga basureros, abogados, carteros, profesores, estibadores, empleados de pompas fúnebres, funcionarios, personal de tierra de aeropuertos, encargados de calificar los exámenes de estudiantes de secundaria y orientar a los padres, mientras los profesionales de enfermería se preparan para decidir en votación si van al paro por primera vez en la historia desde que se fundó en 1916 el Royal College of Nursing (Real Colegio de Enfermería). Médicos y personal de limpieza en los hospitales también estudian esa posibilidad que paralizaría un Servicio Nacional de Salud (NHS), carente del personal que precisa (hay 100.000 vacantes de médicos y 50.000 de enfermeros) y desbordado después de la pandemia, con seis millones y medio de pacientes en las listas de espera y retrasos de hasta 40 horas en el servicio de ambulancias.

Crisis humanitaria

Un centenar de responsables del sistema sanitario a escala nacional advirtieron el viernes en una carta dirigida al Gobierno de la crisis humanitaria que puede vivir el país a menos que las autoridades tomen medidas y limiten los precios de la energía. "Cuanta más gente pobre haya que no pueda pagar la energía y tenga que elegir entre comer o calentar sus casas, mayor demanda sanitaria habrá", declaró a la BBC Matthew Taylor, director ejecutivo de la Confederación del NHS. "El frío puede contribuir a 10.000 muertes extra en un año normal y sabemos que va a haber mayor presión ahora, a menos que hagamos algo para ayudarles con los costes de la energía".