Shaná tová umetuká (año feliz y dulce): Con estas tres palabras, los judíos celebran este domingo la llegada del año 5783, fecha en la que según la tradición hebrea Dios creó el mundo en seis días para descansar el séptimo.

La festividad religiosa comienza el domingo por la noche y termina el martes al atardecer para dar paso a unas jornadas en las que los judíos de todo el mundo se comprometen a realizar un examen de conciencia y reparar los errores cometidos en el año que concluye. Es un periodo de arrepentimiento y reflexión que dura 10 días y culmina en el Yom Kipur, el día sagrado del perdón, la tarde del miércoles, 5 de octubre.

Cada Rosh Hashaná (Año Nuevo) es una oportunidad para mejorar, renacer y cambiar el rumbo de la vida, aseguran los judíos mientras ultiman los preparativos de esta fiesta en la que las mujeres encienden en sus hogares las velas de Iom Tov mientras recitan bendiciones para dar la bienvenida a este 5783. Es en este momento cuando familiares y amigos se desean Leshaná Tová Tikatev Vetejatem ( para un buen año).

El calendario hebreo empieza a contar los años desde la creación del mundo, según los judíos, hace 5783. Antes del mundo en el que vivimos hubo otros que fueron desapareciendo, según algunos intérpretes de esta tradición.

Y de fondo durante estos días solemnes en las sinagogas, el sonido del shofar, el mismo que anunciaba en el Templo de Jerusalén acontecimientos como la coronación de un rey, explica Uriel Macías, coautor junto a Elena Romero de  'Los judíos de Europa. Un legado de 2000 años' (Anaya). Es una especie de trompeta fabricada con un cuerno de carnero, cuyo sonido es el precepto central y más importante de la festividad e invita a despertar la conciencia de las personas para facilitar el arrepentimiento y regresar a la senda marcada por Dios.

El rabino principal de la comunidad judía de Madrid, Moshé Bendahan, toca el sofhar en la sinagoga.

Durante Rosh Hashaná, las mesas de los judíos se llenan de alimentos que simbolizan dulzura, bendiciones y abundancia. La Jalá (pan trenzado) se unta en miel, y después, en la primera noche, se ingiere un trozo de manzana bañada también en este dulce fluido de abejas. La cabeza de un pescado o de un carnero, dátiles, puerros, acelgas, granadas, zanahorias o calabazas componen la dieta de estos días con los que se espera iniciar un año que sea "tan dulce como la miel".

El año litúrgico comienza con estos dos "días solemnes" dedicados al arrepentimiento y la penitencia (tesubá) que suelen caer en septiembre y a veces a principios de octubre, según el calendario hebreo que transcurre a un ritmo diferente del gregoriano, ya que los meses comienzan con la luna nueva y duran 29 o 30 días, mientras que el año es solar y tiene generalmente 12 meses. "Para corregir el desfase entre el año solar (365,25 días) y un año de 12 meses lunares (354 días), determinados años bisiestos tienen 13 en lugar de 12 meses", expone Macías.

Durante el Rosh Hashaná, "Dios juzga las acciones de los hombres que serán premiados o castigados en el año que se inicia, según su fallo", añade Uriel Macías en su libro, quien precisa que siempre existe un halo de esperanza de evitar la condena ya que hasta el Yom Kipur cabe la posibilidad de esquivar la sentencia si uno se arrepiente y se entrega a la oración.

Es precisamente el Yom Kipur la festividad más sagrada del calendario judío y con él culminan los diez días de penitencia inciados con el Rosh Hashaná. Es una jornada de ayuno dedicada a solicitar el perdón de Dios y reparar los daños causados. Los servicios religiosos en la sinagoga comienzan con la oración Kal nidré Kal nidré para pedir la anulación del castigo por los votos incumplidos y se cierra otra vez con el inconfundible sonido del sofhar, la señal de Dios, según la Torá o libro sagrado de los hebreos.