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Elecciones en Brasil

El lobby de las armas y las milicias apuestan fuerte por Bolsonaro

La ultraderecha ha expandido como nunca el negocio de las armas desde 2019, y las empresas y negocios defienden la reelección del líder ultra | Las milicias parapoliciales de Río de Janeiro han crecido de manera exponencial y también apuestan por el capitán retirado

Camisetas con el rostro y el nombre de Bolsonaro entre fusiles de asalto en una calle de Brasilia, este lunes. EP

La reelección de Jair Bolsonaro, el negocio de las armas y la expansión de las milicias parapoliciales se complementan en Brasil como caras de un mismo y pavoroso triángulo. El capitán retirado y el Partido Liberal que lo lleva como candidato tienen en estas elecciones del 2 de octubre el apoyo financiero de grandes empresarios e importadores de armas, dueños de tiendas donde se puede comprar un poder de fuego mayor al de la policía, y los clubes de tiro. Proarmas, una entidad que reivindica el "derecho fundamental" a la "legítima defensa" canaliza el dinero que reciben los bolsonaristas que se presentan como garantes de una continuidad que podría verse amenazada.

Como si se tratara de un actor de películas del lejano Oeste, Bolsonaro convirtió su imitación con las manos de un disparo en un símbolo de identidad de la ultraderecha. Esa gesticulación es una suerte de santo y seña en los actos de campaña. El dedo índice apunta, el pulgar 'gatilla'. Todo un símbolo de una época que, si las encuestas no se equivocan, podría concluir este domingo con la victoria en primera vuelta de Luiz Inacio 'Lula' da Silva. Pero el capitán retirado fue mucho más allá de la mímica guerrerista: ha firmado 40 decretos que le dieron sustento a su consigna "un pueblo armado jamás será esclavizado".

Cifras que asustan

Esa retórica de la pistola se ha traducido en números inéditos que, curiosamente, no forman parte del debate electoral: los permisos oficiales para portar armas, disimulados bajo las figuras de "cazadores", "tiradores deportivos" y "coleccionistas" han pasado de 350.683 en 2018 a 1.006.725, un número que supera a la cantidad de policías repartidos en un territorio de dimensiones continentales: 406.384. Los datos son en parte engañosos y no estarían dando cuenta de la magnitud del problema. De acuerdo con 'Folha' de Sao Paulo, el mismo Ejército ha admitido ser incapaz de elaborar informes detallados sobre las armas adquiridas bajo esas categorías.

El Foro Brasileño de Seguridad Pública estima que circulan unos 4,4 millones de armas en manos privadas. Un tercio de esa cifra tienen el permiso vencido. "Hay casi 700.000 personas que andan armadas con poca o ninguna inspección en vísperas de la contienda electoral", alertó Bruno Langeani, presidente del Instituto Soy de paz y autor del ensayo 'Arma de fuego en Brasil: desencadenante de la violencia'. Langeani ha detectado un aumento de las compras en los últimos meses. La revista 'Piauí' calcula que cada día se registran 1.300 armas. Solo en julio se importaron 40.000. El marco legal ha permitido que integrantes de facciones criminales de Sao Paulo y Río de Janeiro puedan apertrecharse a pesar de sus frondosos antecedentes penales y pagar su rifle o revolver en cómodas cuotas.

Milicias y bolsonarismo

La misma lógica política ha facilitado el crecimiento de los grupos armados ilegales que integran en Río de Janeiro expolicías militares y bomberos. Nacieron al amparo de las mafias que controlan el "jogo do bicho", como se conoce la lotería clandestina que mueve millones de euros. La matriz de la expansión de las milicias fue extorsiva: seguridad a los cariocas a cambio de dinero. También se han convertido en proveedores de servicios informales de transporte, televisión por cable, venta de gas y agua envasada. Incluso cobran por las consultas en los hospitales públicos.

Esa suerte de Estado paralelo enquistado en la "ciudad maravillosa" afecta la vida de 1,7 millones de habitantes. Las áreas bajo su control aumentaron un 387% en un periodo de 16 años, pasando de 52,6 km² a 256,3 km². Las milicias se encuentran especialmente en la zona oeste de Río de Janeiro y disputan territorios a los principales grupos narcotraficantes, el Comando Vermelho (CV), el Tercer Comando Puro (TCP) y Amigos de los amigos (ADA). No faltan sin embargo asociaciones entre unos y otros. Además de ostentar fusiles y metrallas, sus integrantes suelen ser ardientes defensores de Bolsonaro. No solo sostienen su candidatura. Los milicianos intentan hacerse un lugar en las legislaturas municipales y hasta en el Congreso nacional.

Antiguas relaciones

A lo largo de la campaña electoral, Lula llamó "miliciano" en más de una oportunidad a su contrincante. Las relaciones entre el clan Bolsonaro y esos grupos son ampliamente conocidas desde 2019. De hecho, su hijo, el senador Flávio Bolsonaro tuvo vínculos estrechos con Adriano Magalhães da Nóbrega, más conocido como "capitán Adriano", quien murió en 2020 en medio de un tiroteo con fuerzas de seguridad.

El actual gobernador del estado de Río, Claudio Castro, es aliado del presidente y las encuestas predicen su reelección. El derecho a armarse es parte de su credo. Días atrás recibió el apoyo de la odontóloga y legisladora municipal Fernanda Costa, nada menos que la hija de Luiz Fernando da Costa, alias Fernandinho Beira-Mar, el narcotraficante que purga prisión perpetua y llegó a ser considerado la versión brasileña de Pablo Escobar. El círculo de la violencia se cierra sin dejar costuras en el aire.

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