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Cónclave en Pekín

El Partido Comunista de China abre su 20 congreso y dará a Xi su tercer mandato

El presidente ha reescrito las normas de jubilación del partido para prorrogar su poder

El presidente de China, Xi Jinping. Felix Wong

El Partido Comunista de China renovará sus órganos de poder en el vigésimo congreso que empieza mañana en un contexto de retos mayúsculos tanto internos como externos. La casuística sugiere que el evento jubile a Xi Jinping pero sólo se debate quién le acompañará en el timón durante el próximo lustro. Su tercer mandato como secretario general del partido se da por descontado tras la reforma constitucional que dinamitó los límites impuestos por Deng Xiaoping, el arquitecto de las reformas, para evitar los liderazgos excesivos.

El discurso inaugural de Xi, que rondó las tres horas en ediciones anteriores, es el primer elemento de interés. La política de cero covid, que ha blindado a China de las mortandades globales, parece ahora un problema sin solución. No es viable a medio plazo pero la precaria sanidad rural impide levantarla. Crece el hastío popular y la factura económica y, sin embargo, los tres editoriales publicados esta semana en el Diario del Pueblo defendiéndola descartan un giro radical. Se esperan medidas que estimulen el crecimiento económico, que por primera vez en décadas no alcanzará los pronósticos oficiales, castigado por los tres meses del encierro de Shanghái y otras restricciones. No faltarán alusiones a la "prosperidad común", una meta que alude a una sociedad más justa y equilibrada. En el plano exterior, la guerra de Ucrania ha colocado a China en una posición incómoda y empujado a la Unión Europea hacia la hostilidad estadounidense.

"Ha habido debates previos sobre si eran necesarios ajustes en el enfoque económico, en la política de cero covid o hacia Taiwán, pero el congreso será un momento para la reafirmación. No tenemos que esperar grandes cambios. Será otro momento de consolidación del xiísmo", juzga Xulio Ríos, exdirector del Observatorio de Política China.

Sin herederos

La cúspide será el tradicional paseíllo de los miembros del Comité Permanente del Politburó ante la prensa en la Sala Oriental del Gran Palacio del Pueblo durante la clausura. Son siete, elegidos por los 25 integrantes del Politburó. El paseíllo del pasado congreso confirmó los rumores sobre la intención de Xi de prolongarse en el cargo porque no se atisbó ningún heredero. En el de este año no interesa tanto corroborar su victoria sobre otros clanes sino medir su generosidad hacia los vencidos.

Su composición ha sido decidida por las élites en reuniones a puerta cerrada antes de que los 2.300 delegados del partido se junten este domingo en el Gran Palacio del Pueblo. Las fechas de este congreso, relativamente tempranas, sugieren negociaciones breves. La elaboración de quinielas de los observadores integra la liturgia. Antes atendían al criterio de la edad: con 68 años, tocaba retirarse. La norma expulsaría a Li Zhangshu y Han Zheng pero Xi, que seguirá con 69, la ha dinamitado y multiplicado las variantes. Tampoco está claro que siga el primer ministro, Li Keqiang, porque la jibarización de su cargo le ha provocado un comprensible cansancio. Otra duda relevante es si entrará al fin en el Comité Permanente algo parecido a un heredero. Chen Min’er, secretario del partido en Chongqing, sería esa figura. Su ausencia sugeriría que Xi prevé cumplir dos mandatos quinquenales. Los acabaría con 79 años, los mismos que tiene ahora Joe Biden.

Apoyo sin fisuras

"Incluso los que no pertenecían a la facción de Xi en el pasado han acabado aceptando que tienen que apoyarlo sin fisuras", señala Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política en el Instituto Estados Unidos-China de la Universidad de South Carolina. "Sus rivales potenciales ya no están activos. Jiang Zemin (expresidente) tiene 96 años y problemas serios de salud, Bo Xilai (exministro de Comercio y secretario del partido de Chongqing) está en la cárcel, muchos otros también han sido purgados, así que es difícil ver a alguien que pueda retarle", añade.

"El emperador reina hasta que muere", se dice en la política china para explicar la duradera huella de los expresidentes. El congreso marcará el fin de la influencia de Jiang y de su clan de Shanghái en las últimas décadas. Fue ungido como heredero por Deng Xiaoping y maniobró en la sombra durante el posterior decenio de Hu Jintao, pero ha sido vencido por el tiempo y la campaña anticorrupción.

Xi ha modificado las normas del partido, tanto las escritas como las tácitas. Ejerce la jefatura del país, del partido y del Ejército. Y nutrirá de fieles los órganos de poder. Su relevancia, sostiene Ríos, va más allá de esos logros mediáticos. "Lo que refuerza su posición es la consolidación de su discurso, el xiísmo, para esta etapa de modernización que terminará en 2049. Ha creado los ejes de la política que proyectarán su vigencia más allá de sus mandatos", señala.

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