Un cuarto. Esa es la proporción media de mujeres embajadoras en los países de la Unión Europea. Tres cuartos son hombres. Hay otro sesgo de género importante en la carrera diplomática del viejo continente: no sólo es que haya menos embajadoras, sino que las embajadas más relevantes normalmente van a parar a hombres.

Sólo Finlandia, Suecia y Noruega tienen paridad de género en sus jefaturas de misión en los países del extranjero, según los datos publicados el pasado 27 de octubre por el informe 'She-curity', mujeres y seguridad, elaborado por la eurodiputada Hannah Neumann. En él se recogen las últimas cifras aportadas por los países de la participación de mujeres en distintos ámbitos de las relaciones exteriores. A los 'sospechosos habituales' en igualdad, los países nórdicos, le siguen otros como Irlanda y Austria, algo por debajo. El caso de España es peculiar. En 2020, la cifra era del 21%. Un año después (con Arancha González Laya como ministra de Exteriores), subió al 36%. En estos momentos es de tan sólo el 25%, según cálculos realizados por este diario. 

A la cola de la lista están, por debajo del 15%, Hungría, Portugal y Eslovaquia. Cierra la tabla Bélgica, con tan solo una embajadora por cada nueve embajadores. En el mundo, hay países como Japón o Corea del Sur sin prácticamente embajadoras.

Al ritmo actual de crecimiento de la presencia de la mujer en el servicio exterior, apunta el informe, al mundo le quedan cerca de cuarenta años hasta llegar a la paridad de género. Va más rápido en la UE, pero se estima en 18 años el tiempo que hará falta para que los países comunitarios tengan el mismo número de embajadoras que de embajadores.

Diplomáticas de la Unión Europea acaban de lanzar una red para tratar de cambiar este escenario y darse apoyo mutuo en esta carrera dominada por hombres. Conectan entre sí a las asociaciones nacionales de diplomáticas, y a estas con las funcionarias del Servicio de Acción Exterior de la UE. Es una red de redes informal en la que se comparte formación, ideas y recursos. Lo han llamado Wedin EU, por las siglas en inglés de Red de Mujeres Diplomáticas y pretende, entre otras cosas, “reforzar a las mujeres diplomáticas y la diplomacia feminista que promueva la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo”. 

“Queremos darnos apoyo mutuo con una estructura supranacional a las redes en cada país ya existente, y coordinarnos con otras embrionarias”, dice a El Periódico de España Aude Maio-Coliche. la diplomática del Servicio Exterior de la Unión Europea que coordina Wedin EU. Es una especie de sororidad diplomática pero no sólo entre ellas, subraya, sino también hacia el resto de las mujeres del mundo. Por ejemplo, realizan foros de intercambio con las responsables de Exteriores de esos otros países donde la igualdad de género está menos desarrollada. “Vamos a ser promotoras de la igualdad entre hombres y mujeres en terceros países fuera de Europa”. 

El lanzamiento de esta estructura coincide en el tiempo con un cambio de rumbo en Suecia, uno de los países más emblemáticos en igualdad de género. El Gobierno de centro-derecha formado en las últimas elecciones ha decidido eliminar la “política exterior feminista” que venía defendiendo Estocolmo desde hace años. Todo, después de que en las últimas elecciones del país escandinavo el partido ultraderechista Demócratas de Suecia haya resultado el segundo más votado. Eso no significa que no vayan a promover la igualdad, dice el Gobierno sueco. 

Esa política exterior feminista también constaba en el documento Acción Exterior 2021-2024 que publicó Arancha González Laya, antes de ser destituida. Ponía el foco en las acciones encaminadas a mejorar la situación de las mujeres en el mundo, especialmente las más pobres o en zonas de conflicto. Especificaba también los cambios que debían producirse dentro de la propia carrera diplomática para hacerla más similar a la sociedad española. “En el caso de las jefaturas de misión, el objetivo no será exclusivamente cuantitativo, sino cualitativo: se velará por lograr una adecuada representación de mujeres en las áreas geográficas prioritarias para nuestra política exterior”. No se imponían cuotas o cifras concretas. 

“Las cifras por sí solas no reflejan el hecho de que los puestos más relevantes no han sido hasta ahora ocupados nunca por una mujer: ni las jefaturas de las embajadas en Londres, París, Washington o Rabat ni las de las representaciones permanentes ante las Naciones Unidas en Nueva York o ante la UE o la OTAN en Bruselas”, subrayó el pasado mes de julio a este diario Cristina Fraile, presidenta de la Asociación de Mujeres Diplomáticas de España (AMDE). 

La AMDE forma parte de la red de redes europea. "Pensamos que el intercambio de experiencias, la creación y promoción de redes de contactos y el trabajo conjunto nos hace más fuertes y más efectivas en la consecución de nuestros objetivos", añade Fraile. Pone como ejemplo cómo la organización española ayudó a impulsar, en 2020, la asociación dominicana una red informal de redes iberoamericanas.

Una de las cuestiones prácticas que más condiciona la carrera de los diplomáticos es la necesidad de cambiar de país. Y una de las reclamaciones más habituales es que se les digan los destinos lo antes posible; hay que buscar colegio para los niños en los nuevos destinos, y el preaviso habitual de unos meses no suele ser suficiente. Esa cuestión suele afectar en mayor medida a las mujeres diplomáticas, apunta Maio-Coliche. Es otra de las cuestiones prácticas sobre las que las redes y asociaciones de mujeres diplomáticas quieren presionar.