Brasil estaba anoche de luto por la muerte de Erasmo Carlos, el pionero del rock en ese país, a los 81 años. La vida y las realizaciones musicales del fundador de La Joven Guardia acapararon las noticias, y esa es la única explicación posible por la cual pasó a un segundo plano la reaparición a medias del presidente Jair Bolsonaro, en silencio absoluto desde hace tres semanas. Bolsonaro no habló, pero decidió acompañar la decisión de su partido, el Liberal, de impugnar ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) parte de los votos de las urnas electrónicas utilizadas en la segunda vuelta del 30 de octubre que concluyó con la victoria de Luiz Inacio Lula da Silva.

El capitán retirado se reunió en el Palacio de la Alvorada con el líder de esa formación, Valdemar da Costa Neto. Fue un gesto novedoso, si se tiene en cuenta su declarado ostracismo. Desde su derrota electoral, Bolsonaro le había cerrado la puerta de la residencia presidencial a sus aliados más cercanos, además de suspender sus actividades públicas.

El PL hizo suyo el discursodel mandatario, previo a la contienda, y que funcionó como combustible de las protestas de la ultraderecha cuando se proclamó el triunfo de Lula. Aunque no presentó pruebas de fraude, el PL sostuvo que más de 279.300 urnas electrónicas utilizadas en el segundo turno tenían " problemas crónicos de funcionamiento irreparable". La agrupación bolsonarista aseguró además que, de haber funcionado todo correctamente, el presidente habría sido reelecto con el 51,05% de los votos válidos, contra el 48,95% de su rival. Bolsonaro, en rigor, no pudo ser reelecto porque quedó 1,8 puntos detrás del líder del Partido de los Trabajadores (PT).

Algunos analistas sostienen que el PL se ha metido en un lío porque las urnas cuestionadas también se habían utilizado durante la primera vuelta, cuando la ultraderecha se garantizó su condición de primera minoría en el Congreso. Así lo entendió también Alexandre de Moraes, el presidente del TSE, quien conminó al PL a presentar en 24 horas nuevamente su solicitud para que, esta vez, abarque a los dos turnos de la contienda. De acuerdo con el diario paulista Folha, Moraes "pretende cercar" a ese partido. "Si insiste en la tesis, estaría avalando una demanda que, en teoría, tiene el potencial de dañar sus propias victorias electorales". Para Jornal de Brasil, "Moraes ha reaccionado con fuerza ante un nuevo intento de golpe de Estado de Bolsonaro y los suyos". Y añadió: “Bolsonaro, una especie de Greta Garbo en pantalones del Palacio de la Alvorada, ahora vive recluido, no asume su derrota ante Lula y dice -sin presentar pruebas-, que él fue el ganador de las elecciones, y el ex presidente petista quedó segundo. Ridículo, si no fuera criminal".

Sin respaldo

Después de escuchar a De Moraes, Costa Neto dijo que, en rigor, el informe sobre el cual el PL fundamentó su petición ante el TSE "no expresa la opinión del Partido Liberal". A pesar de eso, debe ser analizado por los expertos de ese tribunal "para garantizar y salvaguardar la integridad del proceso electoral, así como fortalecer la democracia para fortalecer a Brasil".

El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, se desmarcó del PL y calificó de "incuestionable" el veredicto del escrutinio del pasado 30 de octubre. "Tenemos que tener la responsabilidad de entender y diagnosticar lo que se dice, para tener una conclusión". Distintos especialistas le restaron por otra parte validez al reclamo del bolsonarismo. "Bolsonaro debería ser tiene que ser castigado como litigante de mala fe. Basta de irresponsabilidad, de insultos a las instituciones y a la democracia", dijo Gleisi Hoffmann, la presidenta del PT. "La elección se decidió en la votación y Brasil necesita paz para construir un futuro mejor."

El otro silencio

El exabrupto del PL tiene lugar en momentos de obligado silencio de Lula, a quien el pasado domingo operaron de la laringe por una lesión que le dificultaba hablar. "Buenos días. Ya en casa, después de un pequeño procedimiento ayer. Todo resuelto y bien. Buena semana para todos", dijo a través de Twitter el hombre que asumirá la presidencia el 1 de enero.

El silencio obligado de Lula, por recomendación médica, coincide con el "silencio político" porque el mandatario electo todavía no ha definido su equipo de ministros y le añade un manto de incertidumbre sobre la compleja transición.