Zona estratégica

Asia Central, un jugoso pastel que se disputan Pekín y Moscú

Ambas potencias tienen intereses compartidos en esta región, donde Occidente tiene menos peso e influencia que en otras partes del mundo

El presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, se reúne con su homólogo ruso, Vladímir Putin, el pasado 28 de noviembre en el Kremlin.

El presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, se reúne con su homólogo ruso, Vladímir Putin, el pasado 28 de noviembre en el Kremlin. / EFE

Àlex Bustos

Los llamados 'stanes'KazajistánKirguistánTayikistánTurkmenistán Uzbekistán– son países con muchas similitudes. Todos comparten religión musulmana, tradición secular y, además, están a medio camino de China y Rusia. Ambos gigantes quieren influir en la región en beneficio de sus propios intereses. Para Moscú, es una zona exsoviética y por lo tanto interesante para el Kremlin. Sin embargo, Pekín también se fija en esta región por los recursos energéticos y por estar en una posición privilegiada en su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.

A pesar de competir en esta parte del mundo, Rusia y China comparten su lugar en esta de maneras distintas, prefieren el pragmatismo. El investigador independiente especializado en la zona centroasiática Fran Olmos recuerda un cliché para referirse a cómo se ve el papel de ambos: "Rusia es el soldado de Asia Central y China es el banquero". Según fuentes oficiales del Gobierno chino, en los últimos 30 años el gigante asiático ha aumentado 100 veces el comercio con los países de Asia Central. Principalmente recibe de estos recursos energéticos como gas y petróleo, mientras que les vende productos tecnológicos, coches y otros productos manufacturados. En algunos países, como Uzbekistán, Pekín ha conseguido equipararse con Moscú en la balanza comercial.

La ofensiva rusa en Ucrania ha despertado cierto temor entre los países centroasiáticos, especialmente en Kazajistán, donde hay una minoría étnicamente rusa muy importante en el norte y algunas voces pro-Kremlin advierten de que tras Kiev, irá Astaná. Sin embargo, Olmos considera que en la zona se sigue considerando un país amigo con el que mantener relaciones comerciales gracias "al soft power ruso y los medios de comunicación". Sin embargo, sí existe una cierta sinofobia entre los "stanes" debido a los efectos de los proyectos económicos chinos en estos países. Por ejemplo, los cortes de electricidad que se produjeron el pasado mes de febrero en varios países de la zona se debieron a la minería de criptomonedas de usuarios chinos, además de que los proyectos de infraestructura de Pekín "no redundan en la economía local", añade el analista. 

Estabilidad en Asia Central

Aunque Moscú tiene más interés en la seguridad de la zona, ambas potencias dan importancia a este aspecto. Rusia debe defender su papel de "garante de la estabilidad" en la zona. Lidera la alianza de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), en la que están presentes diferentes repúblicas exsoviéticas y tiene bases militares en Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Kazajistán. Sus estrechas relaciones comerciales con estos estados y las importantes comunidades de centroasiáticos en Rusia hacen que Moscú quiera también influir políticamente en la zona. "Lo vemos en (iniciativas) la Unión Euroasiática y la OTSC", apunta el analista.

En el caso de China, Olmos destaca que "su gran preocupación es meramente doméstica, por ello solo tiene una supuesta base en Tayikistán". Por su parte, el periodista especializado en China Zigor Aldama sostiene que Pekín se está beneficiando del contexto bélico actual ruso ya que está "adquiriendo combustibles rusos a precio de saldo, diseñando un gasoducto a través de Mongolia y apareciendo ante la comunidad internacional como un socio más fiable". "De ahí a que quiera llenar el hueco que pueda dejar Rusia en Asia Central creo que va un trecho", matiza Aldama. Apunta también que los países centroasiáticos no están muy preocupados por asuntos "como los derechos humanos", algo fácil de ver en los índices democráticos o la calidad de vida de los ciudadanos de estos países. El único que gozaba abiertamente de libertades y democracia, Kirguistán, ha sufrido una regresión en los últimos años.

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