Estados Unidos

Trump o DeSantis: el dilema de los republicanos para 2024

El expresidente y el gobernador de Florida protagonizan dos cónclaves conservadores que escenifican divisiones entre el partido, los donantes y las bases

Trump o DeSantis: el dilema de los republicanos para 2024.

Trump o DeSantis: el dilema de los republicanos para 2024. / REUTERS

Idoya Noain

Donald Trump no es, en su tercer asalto a la Casa Blanca, el candidato que irrumpió en 2015 en la escena republicana y la puso bajo su dominio ni el presidente que buscó, aunque fuera sin éxito, la reelección en 2020. Su tercera candidatura, anunciada en noviembre, discurre casi imperceptible. Desde hace tiempo, y especialmente tras las legislativas de noviembre, se han evidenciado grietas en lo que hasta hace no tanto era su férreo control del partido, con fugas de donantes o de líderes evangélicos. Y a los 76 años provoca las mismas conversaciones y debates sobre la edad que el octogenario Joe Biden en el campo demócrata.

Ron DeSantis, el gobernador de Florida, ni siquiera ha anunciado formalmente que buscará la nominación del Partido Republicano para 2024, pero el político de 44 años es visto y tratado como un candidato 'de facto' a la espera de que dé un paso que se anticipa en cualquier momento después de que acabe la actual legislatura en Tallahasee, en mayo. No como un candidato cualquiera, sino como un favorito. La atención y cobertura mediática que genera, tanto por sus acciones en el ejecutivo como por la publicación esta semana de su segundo libro 'La valentía de ser libre', no tiene parangón en este ciclo electoral ya continuo.

Atrae a los grandes donantes y grupos de interés que abandonan a Trump y es destacado en los sondeos a un nivel que en un momento comparable tuvieron Barack Obama, Hillary Clinton y Rudy Giuliani, George Bush, antes Ted Kennedy (que casi arrebata la nominación al presidente Jimmy Carter) y Ronald Reagan. Hasta ahora, no obstante, DeSantis no ha pasado ninguna prueba a nivel nacional que ratifique si el bombo y la alharaca están o no justificados.

Sin duelo directo

El duelo directo entre ambos es, de momento, prácticamente nulo por parte de DeSantis, que elude enfangarse, y bastante contenido en el caso de Trump teniendo en cuenta el historial del expresidente (aunque ya ha marcado a su potencial rival con el apodo de “Ron DeSanturrón”, ha tanteado el de “Albóndiga Ron” y hasta ha lanzado sugerencias de que tuvo comportamientos inadecuados con alumnas de instituto cuando fue profesor en su juventud). Pero su enfrentamiento tiene desde hace tiempo ya carices de guerra. Y se trata de un combate que está provocando visibles y sensibles divisiones entre la formación, los donantes y las bases, una separación en bandos que se escenifica este fin de semana con claridad.

Trump es el orador estrella este sábado en la última de las tres jornadas de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC por sus siglas en inglés), un cónclave del que se ausentó en 2016, cuando aún el movimiento conservador tradicional oponía resistencia a su candidatura, pero que desde el año siguiente se puso a sus pies, donde no ha dejado de estar. Es una cita que este año se ha visto salpicada por las acusaciones contra su responsable, Matt Schlapp, de haber realizado tocamientos no deseados a un trabajador de una campaña.

Ha perdido también parte de su lustre, algunos patrocinadores destacados se han retirado y se ha publicado que incluso se están realizando ofertas a precios reducidos para asegurar llenos en algunos eventos. Y aunque la lista de invitados incluye a lo más granado del conservadurismo más extremo y radical, de Steve Bannon a la congresista Marjorie Taylor Greene y hasta el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, hablan también a voces las ausencias, incluyendo las de Kevin McCarthy y Mitch McConnell, líderes del partido en el Congreso, o las de otros potenciales candidatos presidenciales, de DeSantis al exvicepresidente Mike Pence, el senador de Carolina del Sur Tim Scott, y los gobernadores de Dakota del Sur, Kristi Noem, y Nuevo Hampshire, Chris Sununu.

DeSantis y todos los demás potenciales rivales de Trump sí van, en cambio, a un retiro a puerta cerrada con donantes que ha organizado en Florida el Club for Growth, una potente e influyente organización antiimpuestos y conservadora que, como la red de los hermanos Koch, ha decidido llegada la hora de "pasar página" respecto a Trump y se está volcando con el gobernador de Florida, a cuya última campaña destinaron dos millones de dólares. Y solo Nikki Haley, la exgobernadora de Carolina del Sur y embajadora de Trump ante la ONU que sí ha formalizado candidatura para 2024, y el emprendedor de biotecnología Vivek Ramaswamy, que ha anunciado que se presentará pero cuyo nombre ni siquiera se registra en los sondeos, participarán en las dos citas.

Bases solapadas

DeSantis está arañando terreno a Trump y aunque el expresidente sigue por delante en la mayoría de esas encuestas, sabe que es su principal rival. A través de mensajes en su red social, ha reaccionado con ataques a quienes sienten que le están abandonando a favor del gobernador de Florida, desde el Club for Growth (al que ha tildado como “un grupo de inadaptados políticos, globalistas y perdedores”) hasta a los medios de Rupert Murdoch, como FoxNews y ‘The New York Post’. Y el fin de semana pasado atacó a la cadena después de que publicara una encuesta en la que, pese a obtener 43% frente al 28% de DeSantis, se mostraba que el gobernador era la segunda opción para el 34% de sus potenciales votantes. “Me recuerda a 2016, cuando apoyaban a Jeb (Bush)”, dijo en un mensaje en Truth.

DeSantis, de momento, sigue sin responder y centrado en un camino claramente diseñado hacia la nominación. Tras haber pasado por Nueva York, Illinois y Pensilvania para reforzar sus credenciales como un político duro con el crimen, planea visitas a Iowa, Nevada, Nuevo Hampshire y, quizá, Carolina del Sur, estados fundamentales en el arranque de las primarias. Y sigue acaparando atención nacional y aplauso entre los intelectuales y donantes conservadores por su estilo agresivo y su uso del poder ejecutivo para hacer avanzar la agenda conservadora y librar las guerras culturales, especialmente contra todo lo considerado 'woke'.

"Un nuevo sheriff"

Esta semana lo ha hecho con la publicación de sus memorias, donde ofrece su política en Florida como hoja de ruta para EEUU, y la firma de una ley por la que ha retirado a Disney poderes especiales de autogobierno que la compañía tenía desde hace más de medio siglo en el estado como represalia por criticar su ley conocida como 'No digas gay' (que limita la enseñanza escolar sobre cuestiones de orientación sexual e identidad de género). "Hay un nuevo sheriff en este pueblo", dijo al firmar la norma, al más puro estilo DeSantis.

Quizá él es lo que buscan muchos estrategas, donantes y votantes: alguien que cause menos división que Trump pero que no modere las políticas o los mensajes. Pero lo que preocupa es saber si esa dureza que exhibe será suficiente para aguantar el duelo cuerpo a cuerpo con Trump.

También sigue vivo el eco de 2016, cuando el magnate inmobiliario salió triunfante de unas primarias superpobladas. Aunque esta vez es un candidato diferente, golpeado por derrotas, cercado por varios casos e investigaciones legales y sacudido por el cansancio que parte de las bases del partido exhibieron en noviembre rechazando a los candidatos más radicales y aliados con su "gran mentira" del inexistente fraude electoral, podría beneficiarse de nuevo de una división de voto en la lucha intestina por la nominación.

Además, aunque como muestra la encuesta de FoxNews las bases de Trump y DeSantis se solapan, el expresidente mantiene un núcleo sólido de apoyo inquebrantable. Es difícil de cuantificar, pero algunos estrategas lo calculan en alrededor del 30% de las bases, un porcentaje que el Partido Republicano no puede perder si quiere tener opciones presidenciales en 2024.

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