Malestar en la calle

¿Quiénes están detrás de las protestas y los disturbios en Francia por la reforma de las pensiones?

Las movilización contra la reforma de las pensiones sigue un patrón distinto a las manifestaciones que meses atrás protagonizaban los 'chalecos amarillos'

Contenedores incendiados durante las protestas contra la reforma de las pensiones en París.

Contenedores incendiados durante las protestas contra la reforma de las pensiones en París. / EP

Enric Bonet

¿Los estudiantes franceses se han volcado en el pulso por la reforma de las pensiones? Francia vivió el lunes otra noche con protestas espontáneas de jóvenes con disturbios en París, así como en otras localidades, como Estrasburgo, Dijon, Rennes, Lyon o Marsella. Pequeñas barricadas con bolsas de basura en llamas, algunas vitrinas de bancos rotas, enfrentamientos entre manifestantes y policías… Los mismos incidentes se reproducen de manera diaria desde que el Gobierno francés anunció la aprobación a través de un 'decretazo' del polémico aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 años cotizados para recibir una pensión completa). 

Estas imágenes simbolizan la ebullición social en el país vecino, donde también se repiten todos los días los cortes de carretera y huelgas ilimitadas, a menudo rotas por tensas intervenciones policiales en refinerías o centros de recogida de basura. De hecho, las fuerzas de seguridad intervinieron este martes para requisar un depósito de combustible en Fòs-sur-Mer (cerca de Marsella), donde el 90% de los trabajadores están en huelga y eso ha provocado problemas de escasez de gasolina en el sur de Francia. Los agentes lanzaron gases lacrimógenos para desalojar a los huelguistas. En los últimos días, también hubo melés de rugby entre sindicalistas y antidisturbios en las entradas de garajes de camiones de la recogida de la basura en la región parisina.

La sociedad gala hierve en estos momentos. Una parte de los focos mediáticos están puestos en las concentraciones nocturnas de jóvenes, que degeneran en disturbios urbanos. La policía informó de 287 detenidos (234 de ellos en París) el lunes por la noche. Una cifra parecida de personas interpeladas ya se había producido el jueves pasado, después de que el Gobierno anunciara el recurso al polémico artículo 49.3 de la Constitución para aprobar por decreto gubernamental, y sin una votación parlamentaria a posteriori que lo ratificara, el aumento de la edad legal de jubilación de 62 a 64 años.

Respuesta a la polémica aprobación por decreto

La Asamblea Nacional debatió el lunes dos mociones de censura en respuesta a la utilización del 49.3, que sentó muy mal en la opinión pública tras dos meses de huelgas y manifestaciones multitudinarias, las más masivas en este siglo XXI en Francia. Después del fracaso de esas dos mociones —aunque una de ellas no llegó a la mayoría absoluta por solo 9 votos, lo que reflejó la debilidad del Ejecutivo de Élisabeth Borne y del presidente Emmanuel Macron—, las marchas espontáneas de jóvenes, conocidas como manifestations sauvages, se multiplicaron en varios puntos de la capital.

“Como las manifestaciones organizadas por los sindicatos no hicieron cambiar de opinión al Gobierno, ahora hacemos estas protestas salvajes para expresar nuestro descontento”, dijo a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del grupo Prensa Ibérica, Lucie Kerherve, de 22 años, una estudiante de máster en Historia Medieval, presente el lunes por la noche junto con un centenar de jóvenes en una de estas manifestaciones espontáneas en la zona de la Ópera en París, cuyas calles adyacentes quedaron llenas de bolsas de basura calcinadas. “Por encima de todo, pienso en mis padres que trabajan desde los 19 años y, como estuvieron en el paro, tendrán que jubilarse a los 67 o 68 años”, añadía esta estudiante de la Universidad de la Sorbona.

Tras haber tenido un rol secundario en las movilizaciones contra la reforma de las pensiones, los estudiantes organizan marchas nocturnas con disturbios por quinta noche consecutiva

El recurso al 49.3 “nos ha demostrado que están dispuestos a todo para aprobar esta ley. Ahora mismo, el gobierno es débil y febril”, defendía Embla Fautra, de 25 años, que trabaja en una agencia de traducción y milita en la Francia Insumisa (afines a Podemos). “Me parece un medio antidemocrático”, añadía Antoine Kintz, de 21 años, ahora mismo en el paro tras haber estudiado la carrera de Arquitectura, y que también asistió a una de las protestas espontáneas en la capital. 

Se trata, de hecho, de concentraciones autoorganizadas a través de Telegram, Twitter o Instagram. Sus participantes se dedican a jugar al gato y el ratón con la policía. Unas protestas, según los propios manifestantes, al “estilo hongkonés”, en referencia a las manifestaciones con disturbios que hubo en el territorio autónomo chino en 2019. También recuerdan lo vivido en Catalunya tras la sentencia en el juicio del 'procés' hace tres años y medio. La violencia urbana no resulta ninguna novedad en Francia. Ya hubo grandes disturbios, de mayor gravedad que los actuales, con la revuelta de las 'banlieues' en 2005 o de los chalecos amarillos en 2018.

Los sindicatos temen verse desbordados

Después de que los estudiantes de secundaria y los universitarios tuvieran un rol secundario en las multitudinarias huelgas de los últimos meses —algo relevante en un país en que la implicación de los jóvenes había sido un factor determinante en el éxito o fracaso de los movimientos sociales en las últimas décadas—, la aprobación por decreto de la reforma ha tenido un efecto movilizador entre los más jóvenes. Cuesta, sin embargo, precisar si se trata solo de una fiebre temporal entre jóvenes que ya estaban movilizados contra la reforma o bien un efecto más amplio. La nueva huelga general convocada el jueves —la séptima en dos meses— resultará un buen termómetro de la indignación en esta franja de la población.

Los líderes sindicales observan con cierta desconfianza estas protestas autoorganizadas. Son conscientes del riesgo de que las imágenes de barricadas en llamas influyan en la opinión pública, contraria al aumento de la edad mínima de jubilación y favorable a las protestas. “La elección esta noche (del Gobierno) ha sido dejar la calle en manos de la radicalidad. Me parece peligroso”, lamentaba el lunes Laurent Berger, el secretario general de la CFDT, una de las impulsoras de los 'parols laborales' en los últimos meses.

Además de las barricadas en llamas, estas protestas espontáneas han desembocado en críticas por un uso excesivo de la fuerza por parte de la policía. Circulan por las redes sociales imágenes de antidisturbios golpeando con porras a periodistas o manifestantes pacíficos en el suelo o incluso de un agente dando un puñetazo a un manifestante estático y aparentemente inofensivo, que quedó inconsciente varios minutos. Eso afloró el recurrente debate sobre la violencia policial en Francia. La respuesta de las fuerzas de seguridad a las violencias materiales de los chalecos amarillos ya había dejado un triste balance de una persona muerta, cinco manifestantes que perdieron una mano, 30 que se quedaron sin un ojo o cerca de 300 con heridas en la cabeza. 

Según la cadena de televisión BFM TV, de las 292 personas detenidas el jueves, 283 de ellas salieron de comisaría pocas horas después sin ningún tipo de sanción ni represalia judicial. Ante las críticas de efectuar detenciones arbitrarias por parte de Amnistía Internacional, el Ministerio del Interior indicó este martes que 94 agentes resultaron heridos, la mayoría de ellos de manera leve, desde el jueves. Los disturbios reaparecieron en Francia y con ellos las polémicas sobre el uso de la fuerza policial.

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