Guerra en Oriente Próximo
Israel acelera la expulsión de los palestinos del norte de Gaza con la vista puesta en su anexión
Israel celebró la semana pasada una conferencia para planificar el retorno de los judíos a la Franja y la reconstrucción de los asentamientos

Varios palestinos inspeccionan los restos de un edificio destruido por los bombardeos israelíes en el sur de Gaza. / HAITHAM IMAD
Es posible que cuando Estados Unidos diga basta, el norte de Gaza ya no exista. Veinte días después de que las fuerzas israelíes sitiaran la región más poblada de la Franja antes del inicio de esta guerra, su campaña para expulsar a los cerca 400.000 palestinos que sobreviven sin apenas agua ni comida entre las ruinas no deja de intensificarse. Desde hace varios días se suceden los ataques contra los tres únicos hospitales que siguen medianamente operativos en el norte, acompañados de los rutinarios bombardeos sobre las escuelas donde se refugian los desplazados. Los cadáveres se acumulan en las veredas sin que se autorice el acceso a los equipos de rescate, según Naciones Unidas. Centenares de hombres están siendo detenidos y separados de sus familias. Caminan en fila india y con los brazos en alto sobre un paisaje apocalíptico.
Israel mantiene que su intención es prevenir que Hamás se reagrupe en el norte de Gaza. Pero la realidad sobre el terreno apunta en otra dirección. Cada vez hay más indicios de que el objetivo último sea la limpieza étnica del norte como paso previo a su anexión. “De acuerdo con altos cargos de la Defensa, el Gobierno israelí no está tratando de revivir las conversaciones sobre los rehenes y el liderazgo político empuja para la anexión gradual de amplias zonas de Gaza”, escribía esta semana el diario israelí Haaretz. Entre las cancillerías occidentales, que siguen --algunas de ellas-- mandando armas a Israel pese a los más de 150.000 muertos y heridos en Gaza, crecen las preguntas.
El Plan de los Generales
El Gobierno israelí se ha visto obligado a negar que esté implementando el llamado Plan de los Generales, que aboga por dejar sin agua ni comida a todos los habitantes del norte de Gaza para obligarles a marcharse al sur. Los que se queden serán considerados “terroristas de Hamás” y debidamente eliminados. Ese plan o algo parecido llegó a ponerse en marcha. Durante las primeras dos semanas de incursión israelí en el norte, no entró un solo camión con suministros. Desde entonces algunos convoyes han entrado, pero únicamente después de que Washington amenazara con restringir parte de su ayuda militar a Israel si no aliviaba en 30 días la situación humanitaria. Desde entonces algo de ayuda ha entrado, pero es insignificante. Según la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), Tel Aviv solo ha permitido el acceso al norte, que incluye Ciudad de Gaza, del 6% de los convoyes de ayuda solicitados.
En estas tres semanas de asedio sobre el norte, los bombardeos apenas han cesado, dejando más de 800 muertos, según las autoridades de la Franja. “Nuestros equipos informan de que no pueden encontrar comida, agua o asistencia sanitaria”, escribió el martes en las redes, Phillip Lazzarini, el comisionado general de la UNRWA. “El olor a muerte está por todas partes. Los cuerpos yacen en los caminos o debajo de las ruinas. Las misiones para recoger los cuerpos o proveer ayuda son denegadas. En el norte de Gaza, la gente está esperando únicamente a morir”.
Asedio contra los hospitales
En estos momentos la estrategia israelí parece diáfana. Se centra en forzar el cierre de los hospitales que siguen operativos y bombardear los refugios de desplazados para que la población se marche. Esos tres hospitales ya no tienen electricidad, agua ni combustible para los generadores, según la Cruz Roja Internacional. Los tres han sido atacados con artillería y drones. Y sitiados por los tanques.
En el más grande de ellos, el Kamal Adwan de Beit Lahia, los soldados irrumpieron el jueves por la noche. Parte de sus departamentos han sido destruidos, según varios medios, y decenas de personas arrestadas. “Ni siquiera puedo explicar lo cansada que estoy. No queda agua. Contactamos con las fuerzas israelíes para que nos dejaran recargar los bidones pero no lo permitieron. La situación es desastrosa”, le dijo una enfermera del hospital a la BBC antes de la irrupción de los militares.
Junto a otro de los hospitales, el Indonesio, los soldados entraron esta semana a las bravas en un colegio para desplazados y después de arrestar a muchos de ellos le prendieron fuego al edificio. Ni siquiera huir es fácil. De acuerdo con la propia ONU, algunos de los que intentan marchrse hacia el sur son tiroteados. “Las políticas del Gobierno israelí y las prácticas (de sus militares) en el norte de Gaza amenazan con vaciar toda la zona de palestinos”, ha dicho el jefe de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, antes de describir esas prácticas como “crímenes atroces”.
Y mientras el mundo mira hacia otro lado, en Israel se está cocinando la posible traca final para esta campaña. La semana pasada se celebró muy cerca de las fronteras de Gaza una conferencia para planificar el retorno de los judíos a la Franja y la reconstrucción de los asentamientos. Lejos de ser únicamente un aquelarre de iluminados mesiánicos, al foro asistieron cuatro ministros de Netanyahu y una docena de diputados de la coalición de gobierno. “Ya veréis como los judíos retornan a Gaza y los árabes desparecen de Gaza”, les dijo a los periodistas Daniela Weiss, una de las líderes más veteranas del movimiento colono. “Con la ayuda de Dios, nos trasladaremos lentamente a Gaza. Igual que hicimos en Judea y Samaria”, añadió utilizando los nombres bíblicos de la moderna Cisjordania.
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