Cambio de paradigma
Cinco años del Brexit: la ultraderecha cambia el euroescepticismo por la antiinmigración
La debacle económica de Reino Unido ha hecho que los populistas releguen la idea de abandonar la UE y se centren en cambiar la agenda europea desde dentro

5 años del Brexit: la deriva de la extrema derecha del euroescepticismo a la antiinmigración / ANDY RAIN/ EFE
Al contrario de lo que muchos temían, cinco años después del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea se ha convertido en una advertencia sobre algo a evitar, y no un modelo a seguir. El grupo parlamentario europeo de los llamados euroescépticos o eurohostiles quedó desorientado tras la marcha del UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido). Sin embargo, lejos de desaparecer, quienes permanecieron, en su mayoría de extrema derecha, encontraron una nueva bandera común: las políticas antiinmigración.
“¿Dónde están los euroescépticos? Siguen ahí, pero han cambiado de estrategia”, explica a EL PERIÓDICO Joseph Ganderson, investigador del University College London. La ruptura de los vínculos comerciales con la UE costó al Reino Unido más de 32.000 millones de euros sólo en los dos años posteriores al Brexit, según un reciente estudio de la London School of Economics. Tras el referéndum, Matteo Salvini en Italia y Marine Le Pen en Francia daban la enhorabuena al Reino Unido y repetían: “ahora es nuestro turno”. Sin embargo, con los datos en la mano, la opinión pública europea se ha alejado de las ambiciones separatistas y los políticos han eliminado el discurso separatista de los mítines y las redes sociales, según ha comprobado el grupo de investigación de Ganderson en su estudio ‘Irse después del Brexit: percepciones de los ciudadanos sobre las futuras salidas de los Estados miembros de la Unión Europea’.
Disrupción interna
“Han cambiado su oposición contra la UE por querer cambiarla desde dentro”, afirma a este diario Marta Lorimer, de la Universidad de Cardiff. Europa ha abrazado el fin de las hostilidades separatistas, pero la reintegración de la ultraderecha en la mesa de negociación para diseñar el proyecto europeo ha llevado a la normalización de posiciones ideológicas que piden menos integración europea y más autonomía de los estados.
Las políticas antiinmigración van íntimamente ligadas a la libre circulación de bienes y personas de la zona Schengen, cuyo principio ha sido puesto en cuestión por los partidos de ultraderecha, que quieren cerrar las fronteras para frenar la llegada de migrantes. Piden una suerte de “Europa fortaleza” en la que, si no hay controles aduaneros internos, sea a cambio de reforzar los límites externos. Es más, los estados miembros pueden cerrar sus propias fronteras bajo la declaración de estado de emergencia, como se hizo durante el Covid, algo que sigue sobre la mesa por razones alejadas de la salud pública y más ideológicas. “La Unión Europea ya no es un conjunto de instituciones internacionalistas liberales; se está volviendo más derechista al estar más influenciada por los antiguos euroescépticos”, enfatiza Ganderson.
Meloni vs. Le Pen
“Francia e Italia representan dos tipos diferentes de euroescepticismo”, explica Lorimer. Francia mantiene una postura “más confrontacional” con la UE. Le Pen reivindica la legitimación en las urnas, que ha dado más representación a su partido, Reagrupamiento Nacional, aliado de Vox en el grupo Patriotas por Europa.
En cambio, gana terreno la carta de presentación más moderada de la primera ministra Giorgia Meloni, quien se involucra activamente en las instituciones europeas. Su liderazgo marca un relevo de generación política y un cambio de paradigma: la ultraderecha busca influir en la agenda priorizando la inmigración como un asunto de seguridad, con el enfrentamiento cultural e identitario que supone. Lo mismo ocurre con el primer ministro húngaro Viktor Orbán, del ultraderechista Fidesz, que recientemente tuvo la presidencia rotatoria de la UE.
Los expertos coinciden en que se trata más de un recurso táctico que de un viraje ideológico. “Siempre han sido partidos bastante oportunistas con tal de acceder al poder”, señala Joan Miró, profesor de la Universidad Pompeu Fabra especializado en integración europea. “De hecho, lo que ha cambiado más es la centroderecha, que ha perdido votos en favor de la extrema derecha y en muchos países ha abandonado la línea roja de no pactar con ellos”.
Reinventarse tras el Brexit
Pero el euroescepticismo no fue siempre cosa de la ultraderecha. De hecho, fue la izquierda laborista quien abogó por un ‘no’ a la entrada del Reino Unido a la UE en el referéndum de 1975. De la misma manera, en otros países europeos preocupaba que la integración económica pasara por encima de los derechos sociales. “Nuestra crítica era contra la falta de solidaridad y contra la creencia de que [la integración europea] daría rienda suelta a las fuerzas supremas de los mercados”, explica a EL PERIÓDICO el europarlamentario danés Per Clausen que pertenece al grupo de la izquierda en el Parlamento Europeo.
Con la crisis económica de 2008, estas posiciones, que se habían diluido, recobraron fuerza. Clausen, que había moderado sus posiciones en 30 años en política, mantuvo su preocupación. Pero para la deriva en la que ha entrado el Reino Unido al separarse, tiene una explicación: “Para mí, el Brexit puso de relieve lo peligroso que puede ser la salida de la UE si lo hace la derecha, porque se convierte en un proceso retrógrado”, concluye.
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