La carrera tecnológica
El fenómeno DeepSeek: la IA china low cost que innova y aspira a convertirse en poder blando

Liang Wenfeng, el fundador de DeepSeek. / EL PERIÓDICO

Hay días difíciles para la prensa. Una pequeña e ignota empresa china le da un sopapo a la industria estadounidenses de inteligencia artificial (IA) y urge explicar quién es el responsable. Han pasado dos semanas desde que DeepSeek se convirtiera en la aplicación más descargada y Nvidia, el mayor fabricante de microprocesadores, en la que más dinero perdía en una sola jornada bursátil, y no sabemos mucho más hoy que entonces. Su fundador, Liang Wenfeng, ha pasado de discreto a clandestino.
No hay más retales que dos entrevistas en medios sectoriales y una intervención pública. Fue días antes del terremoto, en vísperas de año nuevo chino, durante una charla apadrinada por el primer ministro, Li Qiang, para debatir sobre éxitos y retos de la economía china. Liang epitomiza al 'geek' con su flequillo y gafas negras gruesas. En la foto chirría entre los responsables de grandes conglomerados, por juventud y por los tonos claros de un traje holgado al que no parece acostumbrado. Los periodistas se van de su aldea natal estos días con las anécdotas que cuentan sus familiares, compañeros de pupitre y profesores pero sin rastro de Liang. En la sede de su compañía, en la duodécima planta de un anodino edificio, tampoco le han visto los periodistas, instagramers y buscadores de empleo.
Liang, de 39 años, es hijo de profesores de escuela. Nació en Guangdong, el antiguo Cantón, la provincia costera que incubó muchas de las reformas económicas, no siempre legales, que serían replicadas a escala nacional tras descubrirse que funcionaban. Eran tiempos efervescentes, de emprendedores y dinero fácil, en los que Liang priorizó los libros por más que le aconsejaran abrir cualquier negocio. Superó con brillantez el 'gaokao' o Selectividad china y se matriculó en Ingeniería de Electrónica y Comunicación en la prestigiosa Universidad de Zhejiang. La elección, vista con el tiempo, no parece errada. Los oriundos de esa provincia, al sur de Shanghái, son los mejores negociantes chinos. Su capital, Hangzhou, es una esponjada ciudad que eligen muchas parejas para su luna de miel. También es la cuna de los últimos tres chinos que han liderado la lista de fortunas nacionales y en los últimos años es conocida como la Silicon Valley china por la densidad de titanes tecnológicos como Alibaba. En ese ecosistema propicio ha levantado su imperio.
Pocos años después aplicó sus conocimientos de AI a los negocios. Creó el fondo de inversión High-Flyer con compañeros universitarios y utilizó algoritmos para anticipar los vaivenes bursátiles. Funcionó. En apenas cuatro años decuplicó la inversión. Ya en 2023, quizá por las crecientes trabas gubernamentales al sector, anunció en sus redes sociales un viraje hacia el estudio de la IA. Un mes después fundó Deepseek.
Poder blando
La estupefacción global ante el éxito de su compañía parece justificado. El apogeo tecnológico chino no descartaba un 'sorpasso' en IA pero los pronósticos apuntaban a alguno de los cuatro gigantes nacionales. Deepseek cuenta con 140 trabajadores frente al millar de la estadounidense OpenAI y sus seis millones de dólares de inversión apenas cubrirían los bocadillos de Meta, Google o Microsoft. Y sorprendió aún más su código abierto en una industria con prisas para recaudar. "Aunque lo ofreciéramos cerrado no podríamos evitar que nos alcanzaran. El código abierto no es una práctica empresarial sino cultural, te proporciona poder blando", ha explicado.
China ha empatado, y algunas ocasiones superado, los avances tecnológicos occidentales. En sus primeros móviles, groseras copias del iPhone, te dejabas el pulgar para que la pantalla obedeciera. Sus primeros vehículos se plegaban como acordeones en las pruebas de impacto. En un sector tan reciente como la AI, en cambio, la brecha inicial es menor. "China no puede perseguir a Estados Unidos siempre. Se dice a menudo que nos separan uno o dos años pero la distancia real es la diferencia entre originalidad e imitación (…) En los últimos 30 años, la industria tecnológica china solo ha enfatizado el dinero y ha ignorado la innovación. La innovación no sólo es estimulada por el negocio sino por la curiosidad y el deseo de crear", ha explicado. Liang ocupa el día leyendo estudios científicos, escribiendo código y participando en grupos de discusión con otros investigadores.
Liang no busca a los chinos con licenciaturas y másteres en las refulgentes universidades estadounidenses, una práctica habitual de las grandes tecnológicas nacionales, sino a los del mismo campus de Hangzhou donde estudió. El éxito de Deepseek es el de la educación en China. Hoy ya licencia cada año al cuádruplo de estudiantes de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas que Estados Unidos. La progresión es aún más intensa en la AI desde que Pekín la identificara como una de las industrias del futuro e incentivara su docencia. Casi la mitad de investigadores de IA del mundo salieron de China y sólo un 18% de Estados Unidos en 2022, según Macropolo, una organismo con base en Chicago. Ni Liang ni Deepseek, en realidad, merecen tanta estupefacción.
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