El primer mes de Trump
Tribunales, protestas y narrativa: los demócratas buscan la estrategia para responder a Trump
La formación lucha contra divisiones internas y desmoralización para encontrar un frente común, reestablecer la conexión con las bases y tratar de avanzar en la batalla por la opinión pública

El líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, expresa su alarma por las políticas de Trump durante una rueda de prensa en el Capitolio, el pasado 4 de febrero. / J. SCOTT APPLEWHITE / AP

Golpeado, desmoralizado y perdido desde la contundente derrota electoral en noviembre, el Partido Demócrata ha pasado el primer mes de presidencia de Donald Trump buscando la estrategia para responder al republicano, a aliados como Elon Musk y a una Administración que está dinamitando desde dentro y a un ritmo vertiginoso instituciones y el reparto de poderes. De esa búsqueda han surgido de momento varias tácticas, dominadas por un intento de frenar a Trump a los tribunales que ha conseguido varios éxitos. Pero no se ha definido una estrategia clara y unitaria, cuando la necesidad de encontrarla es acuciante. Y la formación se mueve acéfala, aún lamiéndose las heridas que hicieron sangrar las urnas y exponiendo divisiones sobre el camino que seguir para tratar de reconectar con el electorado que o se ha sentido abandonado o les ha abandonado.
Por ahora la lucha legal más efectiva de los demócratas la están librando los fiscales generales de los 22 estados que gobiernan, afectados directamente por medidas como la congelación o incluso retirada de fondos que ya había apropiado el Congreso. Pero son victorias en la mayoría de los casos temporales, muchas veces logradas en tribunales ideológicamente favorables y que están amenazadas por el fantasma de que Trump acabe saltándose alguna decisión judicial, incluso si viene del Supremo o, peor aún, de que reciba del Alto Tribunal respaldo a sus acciones.
Minoría en el Congreso
El experto legal Jeffrey Toobin recordaba recientemente en 'The New York Times' que "en el sistema estadounidense las victorias políticas importan más y duran más que las legales" y era una forma de subrayar otro de los graves problemas para responder a Trump que enfrentan los demócratas: en noviembre quedaron en minoría en las dos cámaras, dominadas no solo por el Partido Republicano sino por una formación conservadora entregada absolutamente al dominio de su líder y que no ha puesto ninguna traba a la formación de un gabinete plagado de leales con dudosas credenciales de capacitación ni a la usurpación presidencial de poderes del legislativo.
Los líderes de esas minorías demócratas, Hakeem Jeffries en la Cámara de Representantes y Chuck Schumer en el Senado, han reconocido su debilidad como oposición en estas circunstancias, que no hay posibilidad de cambiar por lo menos hasta las legislativas de 2026, su gran meta. Por ahora intentan aplacar o reducir las divisiones entre facciones para presentar una respuesta común. Y la mejor oportunidad que se les presenta es la próxima negociación sobre el presupuesto, que necesita aprobarse antes del 15 de marzo, y para elevar el techo de la deuda. "Cualquier concesión para ayudar a los republicanos debe ser increíblemente sustancial", ha dicho la congresista demócrata progresista Alexandria Ocasio-Cortez, aunque colegas moderados no quieren verse responsabilizados de un potencial cierre de gobierno.
Los ciudadanos
Demócratas como el congresista Jamie Raskin, que fue profesor de Derecho Constitucional y forma parte del "grupo de trabajo de respuesta rápida y litigación" que su grupo ha creado en la Cámara Baja, insisten en que sí hay una vía de respuesta para el partido. "Están inundando la zona pero hay un método para la locura y estamos organizados para inundar la zona en respuesta", le decía recientemente a 'The Nation', donde hablaba de "protestas populares y educación, oposición legislativa con músculo y demandas en todo el país", aunque reconocía también: "No vamos a salir de esta crisis política masiva a base de demandas".
El vínculo con esa movilización popular ya ha empezado y muchos políticos se han sumado a protestas ciudadanas frente a edificios de agencias y departamentos afectados por el desmantelamiento orquestado por Musk y por la purga de funcionarios. Son manifestaciones que se ven como brotes verdes de un resurgimiento de la llamada "resistencia". Pero la participación está muy lejos de la que se vio en protestas durante el primer mandato de Trump y expone fatiga y miedo. Ese sentimiento se ha exacerbado ante un presidente que ha vuelto al Despacho Oval con ganas de venganza y represalias, lo que explica que pequeños y grandes donantes hayan frenado sus aportaciones al partido y a grupos progresistas. Y es un presidente que ya no está rodeado por institucionalistas que en su primer mandato frenaron ideas como disparar contra manifestantes.

Protesta por los despidos en los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta, este martes. / ARVIN TEMKAR / AP
En varias de las protestas los políticos demócratas se han visto increpados por los manifestantes con los que comparten la alarma. Gritos como "¿qué vais a hacer al respecto?", "¡haced vuestro trabajo!" exponen una tensión de la formación con las bases que están obligados a resolver, especialmente cuando un sondeo reciente de Qunnipiac muestra el nivel más bajo de aprobación que han tenido nunca los demócratas mientras el partido republicano vive el más alto.
La batalla por la opinión pública
El duelo con Trump para los demócratas claramente no es solo institucional y político sino que es también, quizá sobre todo, una batalla fundamental por la opinión pública. Y estrategas y políticos demócratas, especialmente los más jóvenes y los del ala progresista, advierten de que el partido necesita comprenderlo y adaptarse a la nueva realidad, en la que medios tradicionales han perdido enorme peso e influencia en un panorama transformado.
Es una batalla asimétrica, como muestra que de los 10 principales podcasts en Spotify cinco sean conservadores y que en esa lista la única voz progresista sea la del influyente columnista de 'The New York Times' Ezra Klein. Pero es una batalla vital, más cuando las encuestas muestran que la mayoría de los nuevos votantes de Trump y los que dejaron de votar demócrata para optar por el republicano en los últimos comicios sacan sus noticias de redes sociales y medios alternativos.

El presidente Donald Trump, durante una rueda de prensa en Mar-a-Lago. / ROBERTO SCHMIDT / AP
"Hay una lucha por la economía de la atención y los republicanos la están ganando, no hay duda", le ha dicho el estratega demócrata Dan Sena a la web Politico, donde Chi Ossé, miembro del consejo municipal de Nueva York activo en redes, también constataba la nueva realidad. "Trump y los republicanos han sido capaces de entender los distintos tipos de medios para extender su mensaje con impacto en toda la sociedad y los demócratas están fallándonos, en las elecciones y en la resistencia 2.0. Necesitamos estar activos en cada medio".
De las figuras políticas demócratas más destacadas posiblemente nadie está afrontando mejor ese reto que Ocasio-Cortez, que usa las redes para hacer largas sesiones de diálogo directo e interacción con sus votantes y que, por ejemplo, se ha ganado las amenazas del "zar de la frontera" de Trump, Tom Homan, por dedicar una de esas sesiones a recordar a los inmigrantes sus derechos ante posibles redadas o intentos de arresto. Pero incluso una figura tan destacada como la congresista demócrata está en desventaja frente a voces conservadoras: tiene 1,8 millones de seguidores en Facebook, una plataforma donde a Ben Shapiro, una de las voces jóvenes e influyentes de la ultraderecha, le siguen 9,4 millones de personas.
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