Tripartito en Viena
Christian Stocker, un canciller austríaco por accidente y tras apartar a los ultras
El político conservador se sitúa al frente de una coalición con socialdemócratas y liberales, tras cinco meses de enrevesadas negociaciones

El nuevo canciller de Austria, Christian Stocker, este lunes tras tomar posesión del cargo. / MAX SLOVENCIK / EFE

El nuevo canciller austríaco podría haber sido el ultraderechista Herbert Kickl, ganador de las elecciones del pasado septiembre. O el excanciller y exlíder de los populares de ÖVP Karl Nehammer, en quien recayó el primer encargo para formar gobierno. O incluso su correligionario Alexander Schallenberg, titular de Exteriores y hasta este lunes canciller en funciones. Pero no será ninguno de estos tres políticos, conocidos dentro y fuera de las fronteras austriacas, sino otro conservador, Christian Stocker, quien este lunes juró el cargo ante el presidente del país, Alexander van der Bellen. Un apretón de manos, el juramento a viva voz y la doble firma en los documentos protocolarios pusieron fin a los cinco meses de indefinición política que siguieron a la victoria de la ultraderechista FPÖ de Kickl, con casi un 29 % de los votos, su récord histórico.
"Bien está lo que bien acaba... pero que acabe bien depende de todos ustedes", fue el mensaje que dejó el presidente al jefe del nuevo Gobierno, un tripartito entre ÖVP, socialdemócratas y liberales. Sus prioridades deben ser, según van der Bellen, asegurar la paz en Europa y en Austria "en momentos de nuevas amenazas globales", reactivar una economía ahora en recesión y lograr una "regulación sensata de la migración irregular" que garantice el derecho al asilo.
Han sido cinco meses de negociaciones a distintas bandas y dos fracasos lo que ha decantado el acceso al poder de este político de la familia conservadora europeísta, de 64 años, abogado de profesión, y no especialmente popular entre sus compatriotas. Básicamente, porque apenas tiene trayectoria a escala nacional, pese a llevar décadas en el ÖVP.
Retirada de Nehammer
Su ascenso se precipitó cuando el 5 de enero, tras meses de negociaciones, el líder de su partido y aún canciller Nehammer dimitió tras dar por insalvables los abismos entre conservadores, socialdemócratas y liberales. Es decir, los tres partidos a los que Van der Bellen había encargado en primer lugar coaligarse, visto que el FPÖ de Kickl estaba descartado como socio por el resto.
La retirada de Nehammer hizo que recayera en su segundo del partido, Stocker, la tarea de sentarse a negociar con Kickl un gobierno de liderazgo ultra, de acuerdo al nuevo encargo recibido del presidente del país. El FPÖ, partido fundado en los años 50 por exnazis, había formado parte de ejecutivos nacionales austríacos, pero como socio menor. Ahora se trataba de negociar por primera vez una coalición liderada por una ultraderecha determinada a cerrar las fronteras a la inmigración irregular, prorrusa trumpista.
Retirado Nehammer y con Stocker centrado en la negociación, la cancillería en funciones pasó al experimentado Schallenberg, quien ya advirtió de lo asumió con carácter temporal.
Stocker y Kickl acabaron rompiendo negociaciones ante la obstinación del líder del FPÖ de quedarse la cartera de Interior, clave para la política migratoria y los servicios secretos. Austria parecía abocada a nuevas elecciones. Pero Van der Bellen 'invitó' a buscar de nuevo un consenso. De pronto, las diferencias a las que se había referido Nehammer dejaron de ser insalvables. Y tres semanas después Stocker presentó un pacto de coalición que recortará gasto público y prestaciones. Su objetivo es rescatar a Austria de la recesión y frenar la inmigración irregular. Las dos recetas con la que se pretende contener el auge de la ultraderecha.
Mano dura en política migratoria
Stocker, el canciller por accidente, cumplirá 65 años en 15 días y, hasta la dimisión de Nehammer, se preparaba para su jubilación. Lleva 35 años en el partido en distintos cargos de rango municipal y tiene un aire de discreto funcionario que le sitúa en las antípodas del histriónico Kickl.
Se convirtió en secretario general de ÖVP en 2022. Su misión era calmar las aguas en un partido que arrastraba escándalos desde la etapa de liderazgo del exniño prodigio de la política europea, Sebastian Kurz.
Compartía con Nehammer su rechazo rotundo a negociar una coalición bajo el liderazgo de Kickl. La misma noche electoral repitió esa promesa. Pero, más allá de este compromiso político, defiende una política migratoria de mano dura no tan distinta de la del FPÖ. Aceptó negociar con Kickl casi por servir a su país. Finalmente se ha convertido en canciller y retenido así para el ÖVP la jefatura del Gobierno. Su vicecanciller es el líder socialdemócrata, Andreas Babler, a cuyo partido corresponde también el Ministerio de Finanzas. La líder liberal, Beate Meinl-Reisinger, es la nueva ministra de Exteriores de este socio de la UE militarmente neutral, ya que no está integrado en la OTAN.
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