Nueva era en la Casa Blanca

El poder de Musk, el impacto de los aranceles y el acercamiento a Rusia empiezan a pasar factura a Trump

Entre retos legales, protestas ciudadanas y tensiones internas, el presidente ha puesto límites por primera vez al hombre más rico del mundo

El miedo al impacto inflacionario de las guerras comerciales late sobre la pausa a los gravámenes a México y Canadá

Elon Musk y Donald Trump

Elon Musk y Donald Trump / Aaron Schwartz / Zuma Press / ContactoPhoto

Idoya Noain

Idoya Noain

Nueva York

Su propio boato, las efusivas e incontables ovaciones que recibió de los republicanos, el elogio desatado en los medios conservadores... La primera intervención ante el Congreso de Donald Trump en su segunda presidencia ha sido esta semana un ejercicio y una exhibición de triunfalismo y agresividad. No obstante, tras el halo de éxito de sus radicales seis primeras semanas, y pese a la promesa de que su remodelación del gobierno, de sistemas y alianzas no ha hecho "más que empezar", se detectan ya las primeras sombras que acechan al republicano.

Son problemas, brechas, críticas y dudas que se abren desde por el enorme poder en su Gobierno de Elon Musk, cuyas acciones han representado hasta ahora el principal frente tanto político como en los tribunales, hasta por el acercamiento a Rusia o por el temido impacto de la guerra arancelaria.

Se han empezado a derramar por las encuestas y han aparecido en forma de recriminaciones y tensión en actos de políticos republicanos con votantes. Incluso han hecho que algunos republicanos, sobre todo en conversaciones privadas con la Casa Blanca pero también tímidamente en público, empiecen a cuestionar algunas acciones y decisiones de Trump.  Y esta misma semana le han llevado a dar los primeros pasos correctivos sobre sus propias decisiones.

Como ha escrito en 'The Washington Post' Aaron Blake, "parece que la gravedad política, después de todo, aplica a Trump" también.

Las encuestas

Trump sigue de momento disfrutando de los mejores índices de aprobación que ha tenido nunca. En la media de Real Clear Politics este viernes esa valoración positiva (48,9%) seguía por encima de la desaprobación (47,5%). Pero el 1,4% de margen a su favor es mucho menor que el de 8,5% del que disfrutaba el 21 de enero.

Los sondeos, además, mueven al mandatario en terreno negativo tanto cuando se pregunta específicamente por su trabajo en política exterior (-5,8%), como en economía (-4,2%) y, sobre todo, en la doma de la inflación (-10,3%). Solo sus duras acciones contra la inmigración le dan un balance positivo (5,1%). Y aunque numerosas encuestas siguen mostrando el respaldo contundente entre sus bases más fieles y votantes, empiezan a verse señales, siquiera anecdóticas, de desencanto y hasta arrepentimiento de algunos. La luna de miel puede darse por acabada.

Musk y DOGE

Las controvertidas acciones de Musk y su llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE por sus siglas en inglés) son las que más disparan las tensiones no solo externas, con resistencia feroz en los tribunales a sus recortes de personal y desmantelamiento de agencias y críticas de los demócratas y muchos ciudadanos, sino también internas.

Aunque de puertas afuera el mensaje de Trump, de la Casa Blanca y del propio Musk es que todo sigue marchando sobre ruedas, el jueves el presidente dio la primera señal de estar dispuesto a poner limitaciones al poder del hombre más rico del mundo, que donó 270 millones de dólares a su campaña y sigue siendo su principal donante. El mandatario indicó que serán los jefes de departamentos quienes decidirán los recortes de personal y anunció que estos se harán "con un bisturí" y no con un "hacha" (aunque bien podría haber dicho motosierra). 

Fueron decisiones adoptadas tras una reunión con miembros del gabinete donde, según filtraciones a la prensa, saltaron chispas entre el “"empleado especial del Gobierno" y varios de los secretarios, especialmente el de Estado, Marco Rubio; el de Transporte, Sean Duffy, y el de Asuntos de Veteranos, Doug Collins, que tiene que lidiar con una de las mayoress tormentas, desatada por la intención de despedir a 80.000 empleados públicos de sus departamentos.

Aunque la idea recortar el tamaño del Gobierno y eliminar gasto innecesario es popular, la estrategia de tierra quemada de Musk levanta ampollas. En un par de sondeos el 11% de los votantes de Trump expresaron desagrado con el papel de Musk en el Ejecutivo y en otro solo tres de cada diez de esos votantes republicanos dijeron querer que Musk tenga mucha influencia. El 37% de los republicanos están preocupados por el acceso del equipo de DOGE a sus datos personales.

El trabajo de Musk, además, ya ha recibido un revés del Tribunal Supremo, donde dos jueces conservadores se sumaron a las tres progresistas para frenar la tijera de 2.000 millones de ayuda internacional de USAID (ya aprobados por el Congreso). Todos los congresistas tienen en sus distritos personas y proyectos, programas o servicios afectados por los recortes ya implementados o por los que promete Musk, que esta semana se vio forzado a ir a Capitol Hill a mantener reuniones a puerta cerrada para tratar de calmar preocupaciones. Y también la jefa de gabinete de Trump, Susie Wiles, ha ido al Congreso a tratar de reducir miedos, y ha escuchadp de los republicanos reclamos de más transparencia.

Son reuniones que los congresistas han solicitado después de que las tensiones estallaran en varios actos con sus constituyentes, donde estos han expresado enfado y miedo con los despidos y con recortes ya realizados u otros que se temen a programas y servicios como Medicaid. Y aunque Trump y sus aliados hayan tratado de atribuir las muestras de descontento a "agitadores pagados" y demócratas infiltrados, algunos de los congresistas increpados saben que la frustración es real. "Hay que tener cuidado con el mensaje para no parecer que somos despiadados", ha dicho Rich McCormick, un representante de Georgia que se enfrentó a la rabia ciudadana. Y líderes del partido en las Cámaras, incluyendo el 'speaker' Mike Johnson, han sugerido a los congresistas que eviten ese tipo de eventos.

Aranceles e inflación

La economía es otra amenaza para Trump, que edificó su victoria en buena parte en el descontento de los estadounidenses con los altos precios que quedaron como herencia de la inflación pero ahora su agresiva y también errática e impredecible política de aranceles ha disparado los temores.

El sentimiento de confianza del consumidor está cayendo y aunque Trump ha podido presumir del respaldo de importantes sindicatos a su plan de gravámenes, las bolsas, que tanto le ha gustado tradicionalmente usar como referente para apuntar a sus logros, han sufrido por los caóticos bandazos que ha dado esta semana. El martes puso en marcha aranceles del 25% para México y Canadá pero un día después, tras la petición de los tres grandes del motor, les dio una pausa de un mes para el sector de la automoción, y el jueves amplió esa moratoria a todas las importaciones de los dos países vecinos cubiertas por el tratado de libre comercio.

"Estoy nervioso", le reconocía a 'The Wall Street Journal' Stephen Moore, un veterano asesor externo de Trump para asuntos económicos. "La Administración de Trump tiene que mantenerse atenta a lo que pasa con los precios. Debe ser una prioridad. La tendencia es un poco preocupante".

Ucrania y Rusia

Tampoco el acercamiento a Vladímir Putin y Rusia y el trato brutal que ha dispensado a Volodímir Zelenski están haciendo a Trump ganar enteros. En una encuesta de Economist y YouGov el 45% de los sondeados desaprueba su manejo de la guerra, frente al 40% que lo aprueba. Aunque no es una gran brecha, son números por debajo de sus índices de aprobación general, y solo el 43% de los republicanos aprueba contundentemente su gestión. 

Otro sondeo de Reuters (donde solo el 9% de los consultados coincidió con Trump en no culpar a Rusia de la invasión) también muestra el deterioro de sus números en política exterior en las seis semanas de mandato. Si en enero la aprobación era del 39% frente al 37%, en la última encuesta la desaprobación ya es del 50% y la aprobación del 37%.

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