Contestación a Erdogan
¿Qué está pasando en Estambul? Las claves de la ola de protestas en Turquía
Con la oposición llamando a los turcos a la calle, el país anatolio vive sus momentos más tensos, con manifestaciones y violencia diarias, de la última década

Manifestación de la oposición contra la detención del alcalde de Estambul, este lunes en la capital turca. / KHALIL HAMRA / AP

Desde el pasado miércoles, Turquía vive una ola de protestas masiva por la detención —y posterior encarcelación preventiva— del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, quien tenía que ser oficialmente escogido por el principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, en sus siglas en turco), como el próximo rival del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan.
Imamoglu era visto en las encuestas como el gran favorito para derrotar a Erdogan, en el poder desde 2001. La ola de manifestaciones desencadenada tras la detención del político opositor ha desencadenado el movimiento de protesta más grande en Turquía desde las protestas de Gezi, en 2013.
A continuación explicamos qué ocurre en el país anatolio en cinco claves:
Llegó como un último aviso: pocas horas antes de su detención, en un movimiento esperado, la Universidad de Estambul —la mayor del país— revocó el título universitario de Imamoglu, conseguido por el político hace más de 30 años. En Turquía es imperativo legal que el presidente tenga un título de educación superior, y esa decisión, ya por sí sola, impedía a Imamoglu optar a la presidencia.
Antes, el alcalde de Estambul se enfrentaba ya a ocho casos judiciales distintos, tan variados como corrupción, insultos a funcionarios públicos, tráfico de influencias y amenazas. Dio todo igual. El miércoles de madrugada, Imamoglu fue detenido en su domicilio por dos casos nuevos, ser el "líder de una banda criminal" y "tener vínculos con un grupo terrorista". El pasado domingo el juez decretó la prisión provisional para el político.
Desde entonces, el principal partido de la oposición, el CHP, ha llamado los ciudadanos a tomar las calles. Era algo que sus seguidores, en el pasado, habían criticado. El CHP siempre había pedido a sus votantes que no protestasen, que no gritasen, que el camino de disidencia contra Erdogan era la política parlamentaria y las urnas. Esta vía, ahora, parece haber sido enterrada.
"Me preguntan si estoy llamando a la gente a protestar. Que si quiero que la gente salga. Y, ¿saben qué? ¡Sí lo estoy pidiendo, sí! ¡A la calle! ¡A la calle! ¡A la calle!", dijo en una de las protestas diarias ante el ayuntamiento de Estambul el secretario general del CHP, Özgür Özel, quien se ha erigido como el líder del movimiento.
Esta es, probablemente, la gran diferencia con las protestas de Gezi, que el gobierno de Erdogan, en 2013, consiguió derrotar. Entonces no había un líder claro, y los partidos de oposición se abstenían de llamar a la gente a salir a las calles.
A pesar de su detención, este domingo el CHP decidió continuar con sus primarias —ya programadas desde hace meses— para escoger a Imamoglu como su candidato oficial. El encarcelamiento del alcalde de Estambul convirtió ese proceso en algo simbólico. El CHP abrió la votación no solo a sus miembros, sino a toda la población, y más de 15 millones de turcos, según el propio partido, votó por Imamoglu en unas "urnas de resistencia" puestas en todo el país.
Legalmente, sin embargo, servirá de poco. Imamoglu no puede presentarse a las elecciones, pero la propia historia de Erdogan muestra un camino para hacerlo. En 2001, cuando Erdogan llegó al poder, el actual presidente turco tenía contra sí mismo —tras haber pasado por la cárcel unos meses— una condena que le impedía participar en política. El candidato oficial en las elecciones que ganó Erdogan era su segundo a bordo, Abdullah Gül, que ganó haciendo campaña no para sí mismo sino para el candidato oficioso, el propio Erdogan. Al ganar Gül, su Gobierno indultó a Erdogan y éste pudo pasar a gobernar.
Pero pocos días después de la detención de Imamoglu, unas futuras elecciones presidenciales quedan lejos. La policía, a cada día que pasa, reprime más duramente a los manifestantes, muchos de ellos jóvenes y estudiantes universitarios, cuyas quejas van más allá que el encarcelamiento del alcalde de Estambul.
Los jóvenes, ahogados por una crisis inflacionaria brutal en Turquía, se quejan de que, en las condiciones actuales, se ven forzados a emigrar o a vivir una vida en la pobreza. En Estambul, por ejemplo, una familia con dos hijos y cuyos padres cobran el salario mínimo interprofesional, están bajo el umbral de la pobreza, según datos del propio ayuntamiento de la ciudad. (El director de la agencia pública que daba estos datos, para nada coincidentes con los que publica el instituto de estadística oficial, también fue detenido con Imamoglu).
Turquía ya no puede volver atrás. Según los expertos, Erdogan buscaba, con la detención de Imamoglu, la eliminación de su gran rival político y la destrucción del principal partido de la oposición.
El mismo Erdogan lo da a entender en sus mensajes: "Lo que estamos viendo estos últimos días muestra de nuevo esta realidad: un gran país como Turquía tiene un principal partido de la oposición primitivo, vacío y sin visión ni calidad", dijo el presidente este lunes por la noche.
Hasta la fecha, el consenso entre los expertos era que el sistema político turco podía ser catalogado como "autoritarismo competitivo", en el que, a pesar de todo, existen elecciones libres, aunque sean "injustas". El encarcelamiento de Imamoglu y la persecución de la oposición puede terminar con este sistema, y llevar, explican los académicos, al país anatolio a una forma más similar a la que tienen Rusia y Bielorrusia: sin competencia electoral y con una oposición sistémica leal al Gobierno.
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