Análisis

América contra el mundo

El presidente Donald Trump anunciará este miércoles 2 de abril, en el clima de mayor incertidumbre de los últimos años, los nuevos aranceles (impuestos) para todos los países cuyos productos importa Estados Unidos

Plan de EEUU de imponer aranceles generalizados del 20 % sigue sobre la mesa, según medios

Plan de EEUU de imponer aranceles generalizados del 20 % sigue sobre la mesa, según medios

Ernesto Ekaizer

Ernesto Ekaizer

"El proteccionismo regresa con fuerza", escribió este lunes Larry Fink, el primer ejecutivo de BlackRock, la firma de gestión de activos de nueve billones de dólares, la más importante del mundo, en una carta a sus accionistas. A dos días del llamado 'Día de la Liberación de América', miércoles 2 de abril de 2025, en el cual el presidente, Donald Trump, tiene previsto declarar la guerra comercial internacional con la imposición de aranceles (impuestos de importación) a los productos que EEUU importa de todo el mundo, Fink confiesa que sus conversaciones con cada cliente, cada líder, aflora la “intranquilidad” que se siente sobre el estado de la economía global. “La gente está más ansiosa sobre la economía que en cualquier otro momento de la reciente memoria”, advierte.

Durante los primeros 50 días del nuevo periodo del mandato de Trump, el índice Standard & Poors de la Bolsa de Nueva York ha registrado unas pérdidas del 8% frente a una subida del 4% durante los primeros 50 días de su mandato 2017-2021, con subida récord del precio del oro y de los bonos del Tesoro americano. Los índices de la Bolsa de Londres y del EuroStoxx 600, han bajado, respectivamente, 0,9% y 1,5%, respectivamente, en ese periodo de 50 días.

El anuncio de Trump tendrá lugar al día siguiente de conocerse el resultado de la elección de un miembro del Tribunal Supremo de Wisconsin, un resultado que según la exageración de uno de los dos representantes que representan la 'diarquía' estadounidense, Elon Musk, “afecta al destino entero de la humanidad”. Este martes se decidirá el control del Tribunal Supremo en un 'swing state', o estado indeciso, que ha sufrido un diseño del mapa electoral a favor del partido Republicano.

"El proteccionismo regresa con fuerza. La premisa tácita es que el capitalismo no funciona y que es hora de probar algo nuevo. Pero hay otra forma de verlo: el capitalismo sí funciona, solo que para muy poca gente"

Larry Fink, presidente y consejero delegado de BlackRock

Fink es de los que creen que los nuevos aranceles o impuestos que anunciará Trump -los llamados recíprocos, es decir que se aplican a todos los países con los que comercia EEUU- podrían dar mucho juego. "Hasta ahora, el presidente se ha centrado en las tarifas con ciertos países [México, Canadá y China ] pero ahora se trata de las tarifas recíprocas ello puede en el largo plazo conseguir una baja de las mismas".

En román paladino: EEUU subirá los impuestos (palabra que la Administración Trump se resiste a utilizar y prefiere hablar de aranceles) a los productos importados para acompasar a los que los otros países imponen a los productos estadounidenses.

Trump aplica en sentido contrario una ley de 1934, la Ley de Tarifa Recíproca, que la Administración demócrata aprobó para dar al presidente Franklin D. Roosevelt los poderes para negociar con otros países, especialmente de América Latina, la bajada de tarifas a cambio de reducciones recíprocas hasta el 50% en EEUU.

La paradoja es que esa ley fue un giro copernicano respecto de la Administración republicana que, tras el estallido de la Gran Depresión, llevó adelante la política proteccionista que ahora resucita Trump. Esa estrategia, la de la 'Smooth-Hawley tariff', de 1930 provocó una subida de las tarifas que llevó a una contracción del comercio internacional.

La previsión de Fink de que la apuesta de Trump podría funcionar a largo plazo supone la utilización de la espada de Damocles de los aranceles para obligar a negociar a los socios comerciales una reducción de los que mantienen para los productos estadounidenses.

Pero, como dijo John Maynard Keynes, “el largo plazo es el tiempo en que estaremos todos muertos”; y el impacto de los impuestos a la importación supondrá en el corto plazo una redistribución de la renta en el que serán la clase trabajadora y media quien pague la factura por el incremento de costes de los insumos utilizados para la producción en EEUU y su traslado a los consumidores.

A las tarifas que prepara Trump se les puede aplicar la neolengua que utilizó el escritor George Orwell en su obra 1984. Allí la paz en realidad era guerra y la libertad esclavitud. Pues los nuevos aranceles, según Trump, no serán una subida de impuestos sino una bajada de impuestos.

Peter Navarro, el llamado 'zar de los aranceles' de la Administración Trump, el consejero para comercio e industria manufacturera, ha señalado este pasado domingo en Fox News cuál es el mensaje. "El mensaje es que las tarifas son recortes de impuestos, tarifas son empleos, tarifas son seguridad nacional”, dijo al vaticinar: “Vamos a obtener 100.000 millones con las tarifas aplicadas solamente a los coches. En el presupuesto vamos a conceder beneficios fiscales, créditos fiscales, a la gente que compre vehículos americanos”.

Navarro, sentenciado a cuatro meses de prisión por desacato al Congreso -se negó a comparecer ante el Congreso el levantamiento contra el Capitolio del 6 de enero de 2021 así como a entregar documentos que le fueron requeridos-, ha estimado que las tarifas recíprocas que anunciará Trump en el Día de Liberación de América, este 2 de abril, “permitirá recaudar seis billones de dólares durante la próxima década”.

Paul Krugman, premio Nobel de Economía, ha escrito bastante sobre comercio internacional. En su crónica previa ante el anuncio de los aranceles señala con sentido común lo siguiente frente a la idea de que EEUU pueda recuperar la industria de antaño definitivamente perdida: "El hecho es que el mundo necesita menos trabajadores industriales que antes, al igual que ya no necesita tantos agricultores, e incluso los países con grandes superávits en el comercio industrial no pueden contrarrestar esa tendencia. Esto no significa que debamos abandonar los esfuerzos por promover la industria donde sea lógico. Pero debemos hacerlo con una comprensión realista de que, pase lo que pase, seguiremos siendo una economía principalmente de servicios, y que, si realmente queremos ayudar a los trabajadores, debemos mejorar todos los empleos, no soñar con volver a una economía tradicional".

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