Equilibrio de fuerzas
Los seis ministros clave del nuevo Gobierno de Alemania para los objetivos de rearme, activación económica e inmigración

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, Katherina Reiche, Johann Wadephul, Alexander Dobrindt, Lars Klingbeil, Boris Pistorius y Bärbel Bas.

El líder conservador alemán Friedrich Merz se convirtió este martes, tras una accidentada votación, en nuevo canciller de la República Federal de Alemania (RFA) al frente de una coalición con los socialdemócratas. Será la quinta alianza de un gobierno nacional entre las dos formaciones que se han alternado el poder en la primera potencia europea. Repite el esquema de los ejecutivos que durante tres legislaturas lideró Angela Merkel, entonces de línea más centrista que el derechismo que ahora representa Merz.
A la Unión Cristianodemócrata (CDU) le corresponden siete ministerios, además de la cancillería, mientras que a su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) se le adjudican otros tres. Siete serán también los ministerios del Partido Socialdemócrata (SPD).
En la búsqueda de equilibrios, a la socialdemocracia le han correspondido tres ministerios clave: Finanzas, Defensa y Asuntos Sociales y Trabajo. Entre los adjudicados al bloque conservador destacan Exteriores, Economía e Interior.
Klingbeil, de 47 años y copresidente del SPD desde 2021, fue el estratega que hace tres años y medio llevó a la victoria electoral a Olaf Scholz. Asumirá Finanzas, ministerio clave para gestionar las arcas públicas del Estado, y lo hará con una Alemania que, por fin, se ha desprendido del dogma de la austeridad para autorizar el gasto prácticamente ilimitado en Defensa e inversiones de hasta 100.000 millones de euros en la puesta al día de las infraestructuras del país.
Reichelt, de 51 años y de la Unión Cristianodemócrata (CDU), es la apuesta de Merz para relanzar la economía alemana, tras dos años en recesión y ante los pronósticos que auguran seguirá en la zona del estancamiento en el presente año. Su designación fue recibida con aplausos desde el ámbito económico, al que pertenece, puesto que entrará en el Gobierno desde la posición de jefa de la filial del gigante energético E.ON Westerenergie.
Wadephul, de 62 años, será el primer titular de Exteriores de la CDU desde hace seis décadas. Este ministerio ha correspondido tradicionalmente al socio menor, una práctica que ahora se rompe como un reflejo de la voluntad de Merz de llevar directamente su política exterior. Entre sus desafíos está buscar un equilibrio con EEUU, el gran aliado del que Alemania ya no puede fiarse, sea por el apoyo expreso de Donald Trump a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) o por sus amenazantes aranceles.
Pistorius, de 65 años y socialdemócrata, repite en el cargo tras haber tratado en la anterior legislatura de dar credibilidad al compromiso de Scholz con la 'Zeitenwende' --cambio de era-- en Defensa. A la invasión de Ucrania respondió Scholz con compromisos de solidaridad con Kiev, aunque lastrados por su lentitud en la toma de decisiones. Pistorius deberá plasmar en la realidad esa voluntad. Entre sus incógnitas inmediatas está si da luz verde a los misiles de largo alcance Taurus a Ucrania y si secundará la coalición de voluntarios del francés Emmanuel Macron y el británico Keir Starmer.
Dobrindt, de 54 años y de la CSU bávara, de línea más derechista que su partido matriz, la CDU, le corresponderá llevar a la práctica la promesa de Merz de aplicar desde el primer día de su mandato medidas destinadas a una reducción drástica de la inmigración irregular. Algo que implicará las devoluciones en caliente en la frontera alemana. Polonia ya ha expresado su protesta ante este propósito que, según Varsovia, no puede aplicarse unilateralmente. La línea dura migratoria es parte de la estrategia de Merz para recuperar electorado perdido en dirección a la AfD.
Bas, de 57 años y socialdemócrata, accede al ministerio de Asuntos Sociales y Trabajo tras haber sido en la anterior legislatura presidenta del Parlamento. Se caracterizó desde ese puesto por sus esfuerzos por mantener a raya a la AfD y neutralizar, sin caer en partidismos, sus arengas incendiarias. Ahora deberá luchar por llevar adelante la promesa socialdemócrata de elevar el salario mínimo interprofesional a 15 euros por hora trabajada --de los 12,85 euros actuales-- y evitar que el gasto en defensa o en inversiones implique recortes en el tejido social alemán.
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