Guerra arancelaria
China y Estados Unidos retoman en Londres sus negociaciones sobre comercio tras la llamada presidencial
Ambos países han intercambiado fuertes críticas en las últimas semanas por los semiconductores, las tierras raras y los visados de estudiantes chino

Banderas de China y Estados Unidos en una tiende de souvenirs en Pekín. / ANDY WONG / AP

Microchips por tierras raras. China y Estados Unidos negocian en Londres sus pleitos comerciales cuatro días después de que sus presidentes subrayaran su compromiso de entenderse. En estas fases preliminares urge recuperar la confianza mutua y no hay paso más decisivo que levantar las restricciones que dañan sus economías.
Las conversaciones han empezado a la 13.00 (hora local) en Londres, se alargarán hasta la tarde y se reanudarán mañana si es necesario, han confirmado fuentes cercanas. No ha trascendido mucho más. La discreción parece una concesión a la diplomacia china, alejada del sentido del espectáculo que gusta a Donald Trump. Lo más relevante lo ha desvelado Kevin Hassett, jefe del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca. Hassett espera que después del apretón de manos londinense "los controles de las exportaciones desde Estados Unidos queden aflojados y China libere grandes cantidades de tierras raras". No contemplan sus negociadores una voladura inmediata de diques sino que guardarán las joyas de la corona. Son los chips H2O de Nvidia, el principal fabricante estadounidense, utilizados en la inteligencia artificial. "No estamos hablando de los chips más sofisticados de Nvidia sino de controles a las exportaciones de otros semiconductores que también son muy importantes para ellos", ha dicho a la cadena CNBC.
La presencia en Londres de Howard Lutnick, responsable de las exportaciones tecnológicas, ya sugería que Trump estaba dispuesto a reanudar el flujo de productos que necesita la industria china. A Lutnick le acompañan Scott Bessent, secretario de Comercio, y Jamieson Greer, representante del Comercio. El equipo chino está liderado por el viceprimer ministro He Lifeng.
Nuevos permisos
Este sábado aprobó Pekín nuevos permisos para exportar tierras raras y se mostró dispuesta a dialogar con otros países sobre sus restricciones aún vigentes. Lo hizo tras escuchar la inquietud de Estados Unidos, Japón, India y la Unión Europea por los efectos devastadores de su escasez en sus industrias. Cumpliendo con su rol de "potencia responsable", señaló su Ministerio de Comercio, iba a atender "la creciente demanda global de tierras raras medianas y pesadas en sectores civiles como la robótica y los vehículos eléctricos". Es seguro que China abrirá el grifo pero tiene buenas razones para no satisfacer todas las exigencias estadounidenses. Las negociaciones se prevén duras y las tierras raras se han revelado como el as de bastos que arrincona a Trump. Algunas de esas tierras raras son imprescindibles para la industria militar y no parece razonable estimular la fabricación de armamento estadounidense en estos tiempos convulsos e impredecibles. A Pekín, en cualquier caso, le soliviantan las ventas de armas periódicas a Taiwán.
Estados Unidos y China libraron durante semanas su fragorosa segunda guerra comercial con escaladas arancelarias que supusieron en la práctica un embargo mutuo mientras el mundo temía una recesión. En Ginebra acordaron levantar los aranceles pero la tregua fue efímera. Solo un día después restringió Washington el uso de chips de Huawei amparándose en una presunta violación de las leyes estadounidenses y Pekín le acusó del enésimo ataque a sus tecnológicas. Trump denunció después que China rompió los acuerdos, sin explicitar en qué punto, y Pekín hizo lo mismo aludiendo a las revocaciones de visados a sus estudiantes y nuevas barreras a las exportaciones tecnológicas. La llamada telefónica del jueves, largamente ansiada por Trump, desatascó la crisis y preparó el terreno para las negociaciones en Londres.
Las aduanas chinas informaban este lunes de que las exportaciones a Estados Unidos cayeron un 34% el mes pasado. Es la mayor contracción desde que la pandemia estranguló el comercio internacional un lustro atrás. Es dudoso, sin embargo, que la Casa Blanca pueda usar contra China los aranceles como arma de presión de nuevo porque la justicia ha de decidir si la Casa Blanca dispone de competencias para aprobarlos.
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