Guerra en la Franja
Gaza, en vilo ante el plan de paz tras dos años de horror: "No tenemos más opción que esto para intentar sobrevivir"
En el segundo aniversario del inicio de la ofensiva militar israelí en respuesta al ataque de Hamás, voces desde el enclave se aferran a la propuesta de Trump como última esperanza

Hossam Azzam abraza el cuerpo sin vida de su hijo, Amir, fallecido por un bombardeo israelí en Gaza, el pasado 15 de julio. / JEHAD ALSHRAFI / AP

Muhammad Shehada cuenta con un abanico de tragedias en su memoria. Lejos de su Franja de Gaza natal, este analista y escritor es capaz de enumerar los infortunios de una retahíla de amigos y familiares. Cada uno de ellos es distinto, particular, pero igualmente duro, a la par que inconcebible antes del 7 de octubre de 2023. En los últimos dos años, Gaza se ha convertido en el estremecedor escenario de vivencias jamás imaginadas. "Se han acabado las palabras para describir lo que está ocurriendo allí", cuenta Shehada a EL PERIÓDICO. Desde el otro lado del teléfono en la segura Europa, este gazatí, como tantos otros hoy, afortunados por estar lejos de su tierra mientras es arrasada, recoge cada una de las tragedias que su origen le ha obligado a guarecer. En cada llamada que llega desde la otra orilla del Mediterráneo, nota cómo las voces de los suyos se van apagando.
"Una de las primeras preguntas que surge cuando hablo con familiares o amigos de Gaza, o con cualquier persona de allí es ¿a cuántos familiares has perdido? La respuesta antes siempre rondaba las docenas, pero ahora son más de 100, como mínimo", constata. Al hacer este escalofriante balance, no se olvida de contar todas las historias de vidas con nombres y apellidos. Dos años de masacres prácticamente diarias no le han hecho normalizar los constantes intentos israelíes de erradicar a su pueblo. Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, más de 67.139 palestinos han sido asesinados. Otros 169.000 han resultado heridos, la mayoría con lesiones que les cambian la vida. Miles más siguen desaparecidos bajo los escombros. "Todas las personas que conozco han visto su casa bombardeada, incendiada, o detonada desde dentro; es como si no quedara prácticamente nada" en Gaza, reconoce.

Edificios destruidos por la ofensiva israelí en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja. / JEHAD ALSHRAFI / AP
Familias enteras exterminadas
La magnitud de las tragedias en la Franja —y la prohibición de la entrada de prensa internacional al enclave por parte de las autoridades israelíes, junto al asesinato sistemático de los periodistas palestinos— obligan a explicarlas en cifras. En los últimos dos años, casi el 80% de todas las estructuras han sido dañadas o destruidas, según constata un informe de Naciones Unidas. Esta cifra aumenta a diario. Casi el 92% de los edificios escolares están inhabilitados, y menos del 40% de los hospitales siguen funcionando. Las pérdidas entre el sector de la salud no tienen precedentes en ninguna guerra previa, con 790 ataques a trabajadores médicos, pacientes y centros sanitarios. Casi todos los gazatíes han sido desplazados de sus hogares, la mayoría más de una vez.
Al menos 2.613 familias han sido completamente exterminadas. No ha quedado ningún superviviente. En el caso de casi 6.000 familias, sólo ha sobrevivido una única persona, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud de la Franja, en manos de Hamás. Más de 56.000 niños se han quedado huérfanos. Además, las órdenes de evacuación israelíes y la expansión de las zonas militarizadas han obligado a los dos millones de habitantes de Gaza a concentrarse en menos del 14% del territorio. A toda esta muerte y devastación, se le suma el rugido feroz de los estómagos de un pueblo entero. En agosto, Naciones Unidas confirmó oficialmente la existencia de una hambruna en el norte del enclave, la primera en Oriente Próximo. Las muertes por inanición, que ya superan las 440, se suceden a diario. Un tercio de estas víctimas son niños.

Naima coge en brazos a su hijo de dos años, Yazan, afectado de desnutrición severa. / HAITHAM IMAD / EFE
Cambios en la gente
El bloqueo al acceso a la ayuda humanitaria y los más de 2.000 asesinatos a tiros de palestinos en los puntos de distribución de alimentos han agravado esta trágica situación. "Hay un cambio físico en la apariencia de las personas y también psicológico", explica Shehada. Cuando su prima logró abandonar Gaza y reencontrarse con él en Egipto, Muhammad no la supo reconocer. Pasó de largo en la calle. "Solía ser una mujer alta y guapa de piel clara, pero ahora literalmente se ha encogido, se ha convertido en piel y huesos, su rostro se ha oscurecido y llenado de manchas y arrugas, su espalda está encorvada como la del monstruo de Notre Dame; todo por culpa del hambre prolongada", constata.
"En un contexto así, tu mente se apaga para protegerte y mantenerte vivo y regresas a las emociones primitivas más básicas: miedo, odio, instinto de supervivencia, ira, hostilidad, agresividad"
Pero el cambio va más allá del aspecto físico. "Incluso mentalmente, las personas se han convertido en fantasmas de lo que fueron", señala Shehada. "En un contexto así, tu mente se apaga para protegerte y mantenerte vivo y regresas a las emociones primitivas más básicas: miedo, odio, instinto de supervivencia, ira, hostilidad, agresividad", explica este investigador visitante del programa del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores para Oriente Próximo y el Norte de África. En medio del más evidente peligro al que están sometidos los gazatíes a cada momento, no hay espacio mental para procesar la brutalidad del momento presente. Una comisión independiente de Naciones Unidas, relatores de derechos humanos, organizaciones internacionales, algunas israelíes y un número creciente de países, han calificado de genocidio la ofensiva militar israelí contra Gaza.
Desplazados nueve veces
"Mi vida ha cambiado radicalmente en los últimos dos años", reconoce Reem Saber Al Sadoudi, una madre de familia de 30 años, desde Deir el Balah, en el centro de la Franja. Orgullosa de sus orígenes, Reem se apresura a recordar que ella es del norte de Gaza, de Ciudad de Gaza en concreto, pero que, junto a su familia, se han tenido que desplazar para salvar la vida. "Hemos vivido la guerra en todas sus formas: el miedo, el hambre, la ansiedad y el desplazamiento", explica esta profesora casada con un futbolista profesional, Mohammad al Sdoudi. Ambos han perdido todo tipo de ingresos. Reem describe su vida antes del 7 de octubre como "sencilla y estable". "Disfrutábamos cada día y hacíamos planes desde la mañana hasta la noche para vivir una vida plena", rememora, con esa pasión por la vida que caracteriza al pueblo palestino.

Gazatíes desplazados en la carretera Al Rashid. / MOHAMMED SABER / EFE
"Hemos vivido la guerra en todas sus formas: el miedo, el hambre, la ansiedad y el desplazamiento"
La familia de Reem ha sido desplazada nueve veces. "El momento más duro de estos dos años fue cuando mi hogar, que albergaba hermosos recuerdos y sencillos sueños, fue destruido", confiesa desde su enésimo refugio. Durante uno de los ataques de los que escaparon con vida, su hijo Ahmed perdió la visión de un ojo por el impacto de la metralla. Gracias a una campaña de donación por parte de un grupo de ciudadanos españoles, lograron pagar la operación. Ahora, Ahmed ya ve bien. Sin embargo, el paisaje que su tierra le ofrece le fuerza a apartar la mirada. "Lo que más me preocupa es que podamos ser bombardeados o perder a más familiares debido al genocidio en curso", lamenta su madre. La semana pasada perdió a su primo en un bombardeo en el norte del enclave.
Sin demasiada esperanza
Tras tanto sufrimiento, ya no queda lugar alguno para la esperanza. "Hace unos meses, no era así, pero ahora las personas expresan desesperación por seguir vivas, hasta incluso desean la muerte", explica Shehada. "Sienten que están en una cuenta atrás, como estar en un matadero y ver cómo matan al ganado frente a ti, sabiendo que pronto será tu turno", añade. Con la aparición del plan del presidente estadounidense, Donald Trump, para poner fin a la guerra, las ilusiones han despertado con cierta timidez. "Es la única opción dada la matanza y el derramamiento de sangre practicados por la ocupación", dice Reem, en referencia a Israel.
"Sienten que están en una cuenta atrás, como estar en un matadero y ver cómo matan al ganado frente a ti, sabiendo que pronto será tu turno"
"Esta guerra debe terminar con el plan de Trump u otro, sabemos muy bien que Trump lo elaboró sólo para garantizar los derechos de Israel ante todo, pero no tenemos más opción que esto para intentar sobrevivir", añade esta profesora gazatí. En los últimos dos años, las acciones israelíes en Gaza han hecho que "las palabras pierdan todo su significado", constata Shehada. "Intentas encontrar términos más agresivos o más oscuros, pero son insuficientes", denuncia. Tras sobrevivir a 731 días del más puro horror, desde Gaza, Reem manda una simple petición a cualquiera que lea sus palabras: "Esperamos que todos los pueblos del mundo nos vean como los humanos miran a los humanos, no como los humanos miran a los monstruos". Y un recordatorio: "Somos un pueblo que ama la vida".
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