Comer por 1,5 euros. No se trata de una agresiva campaña publicitaria de un restaurante para captar clientes ante la crisis. Precisamente es la profunda recesión la que ha impulsado a tres cooperantes a ofrecer una comida por este precio simbólico a aquellos que han quedado desamparados. Alí Safarin, Paco Ramos y Juan Antonio Marco se desviven diariamente por atender a los que acuden a la cafetería del Instituto Social Obrero (ISO) de Valencia. Por esa módica cantidad se puede comer un primer plato, postre, pan y bebida. Marco señala que sirven "unos 40 menús diarios, cada día es diferente. Estamos de lunes a viernes aunque algún sábado también abrimos, depende de si ha quedado comida por repartir". El ISO no les cobra alquiler, luz y agua.

Todo comenzó cuando la ONG Alimenta les ofreció poder servir comidas en el barrio del Carmen, "el cuerno del Carmen" como le llama Juan Antonio Marco en clara referencia al cuerno africano. "Nos dijeron si podíamos colaborar y aceptamos. Los menús los trae Alimenta y nosotros damos el mismo precio que nos cobra. Principalmente viene gente del barrio". El perfil de los que pasan por la cafetería del Instituto Social Obrero es "una persona que tenía trabajo, casa, coche y que ahora tiene que vivir con los 426 euros del subsidio. Se puede decir que es el 80 por ciento, el otro 20 por ciento es gente que no está tan necesitada. También vienen familias y parejas. El perfil es muy heterogéneo, desde jóvenes a mayores. Hay un grupo de unas 10 o 15 personas que vienen todos los días". No hay ningún tipo de control de entrada para evitar que esta ayuda llegue a quien no la necesite. "Nos fiamos de la gente. Hay quien nos ha ofrecido el DNI pero no nos hace falta nada de eso. Incluso hay personas si les falta un poco para el 1,5 euros comen igual".

Como el futuro a corto plazo no es muy halagüeño, los tres están dispuestos a redoblar esfuerzos. "Esto se va a poner más negro todavía, en 2012 y en 2013. Cuando hablamos con la gente que viene nos comentan que ya en 2007 empezaron a tener problemas. Los hay que nos dicen que en su vida habían imaginado que se verían en esta situación. Solo hay que ver cómo está la calle para darse cuenta del nivel de precariedad. Si ahora damos 40 comidas creo que podremos llegar a 50 o 60, así como montar el comedor por la noche", afirma Marco.

Terapia de interrelación

Los que acuden al ISO también encuentran "una cierta terapia", comenta Marco, porque "se relacionan con gente que está igual que ellos, personas que antes estaban arriba y que ahora se encuentran abajo. Se dan cuentan de que si no tienen trabajo no es por su culpa, que a otros les sucede lo mismo. Entre todos ellos se intercambian experiencias e información que les ayudan para pedir un subsidio, encontrar bolsas de trabajo, regularizar papeles, etc.".

No quieren dedicarse solo a dar alimentos, pretenden también ofrecer todo tipo de ayuda. "Pedimos colaboración a la gente para que nos den ropa, libros y otros objetos que puedan servir a los demás. Que cada uno ofrezca lo que tiene, no lo que le sobre. Dar lo que no quieres no es solidaridad".