Hace tiempo dejé de creer en ciertas leyes vigentes en el país, aunque fundamentalmente haya dejado de creer en quienes las proponen o las evocan con tanta frecuencia ya que son posiblemente quienes más las vulneran. De modo que lo que ayer era un delito, por ejemplo, el aborto, hoy es un derecho, y lo que ayer era un derecho, por ejemplo, la presunción de inocencia, hoy es un delito. No sé si esas leyes entienden de machismo o hembrismo, pero convendría quizá reflexionar sobre ello.

En un tema de tan alta sensibilidad entreveo un trasfondo político que en modo alguno comparto y todavía perdura. Todos los años cada 20 de noviembre se celebra el aniversario de la Convención de los Derechos del Niño. Lo que nos podría sugerir la importancia de avanzar contra la violencia de género a través de erradicar el maltrato sobre el feto, que algunos llamarían terrorismo hembrista. Son argumentos para la reflexión, cuando menos. A no ser que con la sospecha en la mano se esté pretendiendo colocar sobre todos los hombres un brazalete: el de culpables. Luis Enrique Veiga Rodríguez. Valencia.