Año 2018. Con la tecnología de hoy en día, opinar [verdaderamente] es [ficticiamente] muy sencillo. En esta época de [escasas] personas de [auténtica] mentalidad abierta, no vemos [pocas veces] detenciones por expresarnos abiertamente. Cuando alguien sube un comentario a sus redes sociales, no falta quien [juzga] comparte su [perjudicial] opinión.

[Hemos dado un paso hacia el desarrollo tecnológico y dos hacia el retroceso moral. En Internet todo el mundo puede dar su opinión, y en demasiados casos, juzga antes de escribir. Y no se juzga a sí misma, sino a los demás: su punto de vista, su forma de vivir, su cuerpo... Siempre hay alguien que está encarecidamente en contra de algo; pero esto no es malo: lo malo es la franca incapacidad de aceptar otras opiniones. Prejuicios y egocentrismo que no aceptan que haya una opinión más allá de la propia. Y mientras esto sucede en internet, en la vida real (si acaso existe) la libertad de expresión es brutalmente reducida con violencia.

Gente sin cara critica y hace daño mientras personas reales luchan por la justicia y acaban en el cárcel. Peculiar, este (nuestro) sistema de opinión. Año 2018, y aún no sabemos cómo opinar respetando la libertad]. Carmen de Rueda. València.