Cuenta la leyenda que un día una persona se subió a un patinete eléctrico y empezó a circular por la ciudad, le gustó tanto que cada vez circulaba a más velocidad, cada vez más, cada vez más, hasta que cogió tal velocidad que ya no podía parar ni bajarse del patinete, así hasta que se estampó violentamente contra un árbol. Murió en el acto. Otra persona se estrelló contra una farola, otra contra un muro, otra fue atropellada por un autobús, otra atropelló a dos ancianos y otra atropelló a dos niños antes de estamparse contra un contenedor de obras. Todas estas personas murieron en el acto.

Cuenta la leyenda que un día una persona se subió a lo alto de un edificio en construcción con un móvil en la mano dispuesta a hacerse un selfie para luego publicarlo en su Instagram y tener así miles de seguidores y me gustas. Pero se acercó tanto al borde que resbaló y se precipitó violentamente, 300 metros de caída libre contra el suelo. Murió en el acto. Ni foto, ni seguidores ni me gustas.

Cuenta la leyenda que un día una persona subió a su coche a sus dos hijos pequeños para llevarlos al colegio, nada más ponerse en marcha, conectó el móvil para wasapear con su grupo y se distrajo tanto que ocupó el carril contrario y se estampó violentamente contra un camión. Todos murieron en el acto.

Cuenta la leyenda que un día una persona regaló a su hijo pequeño una tablet para que se distrajera y no molestara. El niño comenzó a toquetear la pantalla arriba y abajo sin parar, hasta que descubrió a Pokémon, y se enganchó a cazar Pokémon y luego se enganchó al Candy Crush y luego al Súper Mario y al GTA, así hasta que un día fue a levantar la cabeza para mirar no sé qué y se rompió el cuello, del todo. Murió en el acto.

Y en eso va y aparece Terminator con un ejército de máquinas inteligentes dispuesto a aniquilar a la especie humana, totalmente, pero ¡oh, sorpresa!, se da cuenta que ya no queda ninguna persona con vida. Así que se fue muy, muy decepcionado a su mundo...y ya no tuvo que volver.