La noticia de hace unos días sobre el G7 me pareció una muestra de lo más bochornosa del machismo más rancio. Esas «esposas de» paseando por la playa, haciendo turismo, mientras sus distinguidos esposos se reúnen para hablar de temas serios. De ellas lo único que se comenta en la prensa son sus estilismos€ es lo único importante en las «esposas de» al parecer. Ponerle faldita a los semáforos o llamar Congreso «de las diputadas» a una institución cuyo nombre es un genérico cuando seguimos alimentando el sistema patriarcal retrógrado y casposo tan alegremente... ¡Vaya manera de tomar el pelo!. Estas señoras deberían ser perfectamente capaces de ejercer una carrera profesional al margen de la de sus esposos y no ir acompañándolos a todas partes como floreros decorativos. Sinceramente las cosas deben cambiar y estas mujeres son las que deberían dar el ejemplo y no seguir el juego. Me dan absoluta vergüenza. Basta de querer cambiar el lenguaje, los semáforos, las letras de las canciones € ¡y más cambiar la actitud y las reglas! Mientras sigamos viendo cosas como éstas poco, o nada, cambiarán las cosas.