Definitivamente y visto lo visto, no soy un hombre de izquierdas. Ni por ideas ni por actuaciones. Aunque, si soy sincero, tampoco me considero un hombre de derechas. Reconozco que hay algunas ideas de la izquierda, que aunque en su mayoría estén mal desarrolladas y peor realizadas -creo que con algunos retoques y matizaciones- podrían ser admisibles y hasta positivas. Podría citar entre otras, la ley del aborto, la eutanasia, los matrimonios homosexuales, y la ley LGTBI. Otras, en cambio, por ser claramente torticeras y sectarias, son a mi entender, hasta anticonstitucionales. Cito como ejemplo, la ley de memoria histórica (inadmisible en cualquier país culto y democrático), la de violencia de género ( que siendo muy necesaria, solo protege a un sector de la población), la ley de financiación autonómica (tan lesiva para nuestra comunidad), la de libertad religiosa (que se ha convertido en un ataque sin cuartel a la cultura católica) y otras muchas de cuyo nombre, no quiero ni acordarme. Y lo peor, después de criticar furibundamente las ignominiosas «reformas laborales» de izquierda y derecha, la primera, del Sr. Zapatero y la segunda, del Sr. Rajoy. Cuando por fin llegan las izquierdas, no las derogan. Igual sucede con la llamada ley mordaza de la derecha, que tanto dio que hablar a la izquierda. Al final, el único objetivo de la izquierda, seguramente no es otro que el de intentar fragmentar la sociedad, con el único fin de adoctrinar segmentos Y así poco a poco, asegurar sus poltronas y pesebres. Mientras que el objetivo de la derecha sin duda, es enriquecerse en el mínimo plazo posible sin ningún límite, escrúpulo ni miramiento. Ambos, unos y otros, legislan solo para una parte minoritaria de la sociedad, ósea, para ellos y sus intereses. Legislan con el único fin de pescar votos, no piensan en el progreso y en el bienestar de la sociedad y de sus ciudadanos voten estos a quien voten. Y aunque unos tribunales totalmente politizados digan lo contrario, en ocasiones, sus leyes serian radicalmente anticonstitucionales si el poder judicial fuera de verdad independiente. Y sería así, porque en su gran mayoría, ya de inicio, se saltan el principio de igualdad entre los españoles. Articulo 1º de la Constitución.