La socióloga Judy Wajcman habla de «cultura del exceso de trabajo» consistente en que trabajar más significa tener mayor éxito. Los ejecutivos pasan muchas horas en la oficina, pues está socialmente «bien visto», y es por todos conocido el no irse antes del jefe o te pondrá en el punto de mira. No es «adicción» al trabajo elegida sino una imposición. Viviríamos en una sociedad mejor si se erradicara esto y no fuera necesario trabajar más para tener seguridad laboral o progresar. Disfrutando de más tiempo para ocio y familia se trabajaría mejor y se rendiría más, pues no son la cantidad de horas sino las eficientes las que importan. Usar las tecnologías en beneficio de la conciliación y no al contrario: el portátil no para trabajar cuando llegas a casa sino para teletrabajar, por ejemplo. Las empresas son conservadoras, incluso las que alardean de ser innovadoras. No necesitamos un ping-pong en la oficina, ni un sofá; para sofá ya tenemos el de casa y mejor compartirlo con la familia.