El sharp power se fundamenta en el uso engañoso de la información con medios hostiles por parte de un estado o de sus agentes. Poder que ha aumentado de forma importante entre los partidos del siglo XXI y dónde internet cobra un papel fundamental a la hora de hacer campañas electorales para las grandes masas y usan este elemento como herramienta de política para influir sobre la opinión pública de un país.

Los partidos políticos ya no se configuran como el nexo entre los militantes y los políticos, sino que son las redes sociales las que hacen que los partidos se configuren con lógicas de organización de masas reconduciéndose a captar a cualquier tipo de votante construyendo políticas de emoción. La política deja de ser racional para ser emotiva, y las redes sociales son un factor importante para crear emociones entre los votantes, y es en medio de esa coyuntura donde nace el discurso populista en que los partidos esgrimen como herramienta el sharp power.

Ejemplo de ello lo encontramos en los partidos VOX y Podemos, que más allá de su espectro ideológico son partidos eminentemente populistas -tampoco hemos de olvidar que, el populismo, sea de izquierdas o de derechas, no es malo en la medida que no ataque ni perturbe los valores democráticos-. No se trata de que todos los votantes de VOX sean fascistas en la sombra que desean tener representación política, ni que los de Podemos sean comunistas, sino que se trata de partidos políticos conformados como una "rebelión de los excluidos", votantes que bien por descontento, bien por no ver su identificación partidista en el espectro político se ensalzan como los excluidos del sistema en base a un mismo fenómeno. Un movimiento de indignados que no votan en aras de la resolución de sus problemas, sino que lo hacen en expresión de su descontento con el sistema, acabando su revuelta en el mismo momento que toman las instituciones.