Vamos a recordar a esos más de 5.000 ancianos que han muerto solos en las residencias mal llamadas de la tercera edad, a cuyas personas les ha encontrado el fin de su existencia terrenal, antes de su tiempo por culpa de una series de errores cometidos por nuestra clase política, cuya muerte les sorprendió y les agasajo con una plena soledad, donde ni tan siquiera sus familiares más allegados pudieron asistir a su entierro y decirles su último adiós póstumo.

También quiero que recordemos, que esta gente que nos dejó en la más íntima soledad, fueron quien gracias a ellos, por su trabajo de sol a sol, las carencias que les ofrecía la vida en sus tiempos de juventud, el no tener unas vacaciones dignas, el estar preocupados por su mujer y sus múltiples hijos que tenían entonces, trabajaban sin parar para que no les faltara de casi nada, cosa que no solía suceder por ser una época muy difícil y las restricciones estaban a todas horas presente. A estos hombres y mujeres que dejaron su juventud trabajando y sin quejarse, aunque motivos tenían sobrados, para que los hijos les faltara lo menos posible y darles una buena educación. A toda esta gente anónima que gracias a su aportación, su entrega y su trabajo, consiguieron que nuestra Nación España estuviera en la cabeza de las naciones más importantes del mundo. Estos hombres y mujeres que sin renunciar a la felicidad, y cargándose de un sacrificio continúo, consiguieron ir poco a poco alcanzando unas metas sociales, económicas y laborales, que las generaciones posteriores hemos ido encontrado ya hechas.

Estos hombres y mujeres, que su pago final a la vejez, no ha tenido otro pago, que estos hijos o nietos que por tener una libertad, una economía superior y sobre todo no tener la obligación de cuidar un anciano, no encontraron otra forma de conseguir sus logros, más que enviarlos a una residencia de ancianos hasta que la muerte los alcanzara.

No ha sido así, por culpa de una pandemia, que no sabemos cómo se ha producido o quien la ha producido, la muerte se cruzó antes de tiempo en sus caminos, y ellos una vez más sin oponer ninguna resistencia la acogieron con el rigor del sacrificio innato en todos ellos, estaban acostumbrado a coger las cosas como les iba viniendo y como siempre sin quejarse.

Y después de todo, el resumen final de su vida, ha sido recompensado con una muerte en solitario y a traición, con una soledad exhaustiva, sin familiares y ni tan siquiera con un entierro digno de ellos por su trabajo y por su sacrificio.

A todos ellos descansen en paz, y esa paz que les deseo a todos ellos, a nosotros nos la quite por no haber sabido estar a la altura de estos ancianos que nos han precedido.