Tras más de un mes de confinamiento, rezando y llorando por nuestros seres queridos, organizando el horario de trabajo propio y el de la prole, consultando la cuenta bancaria que ya no recibe ingreso alguno, escuchando discursos políticos soporíferos y autocomplacientes, recibiendo noticias del incremento del número de parados y de unas previsiones económicas catastróficas, los españoles estamos asumiendo que ese "Estado del bienestar" que nos prometían todos los partidos políticos, un mundo maravilloso de derechos satisfechos, ha pasado a la historia.

Llega el momento de hacer frente a la cruda realidad, de aprender de nuestros mayores. Ellos, durante la posguerra, experimentaron qué significaba vivir en un "Estado de necesidad", donde prevalecían los deberes sobre los derechos, y saben bien lo que supone eso de "apretarse el cinturón".

El problema radica en que nuestro actual Gobierno progresista solo habla de derechos, para colectivos específicos, y de deseos que han de hacerse realidad. Derecho a una muerte a la carta, a poner punto final a un embarazo, a casarme con quien quiera y adoptar un hijo, pasando por encima de los derechos del menor, a disfrutar de una única escuela pública y laica, a cambiar de sexo porque así lo siento, a juzgar de nuevo hechos de la historia ya superados...

Un Gobierno que solo se debe a los caprichos de unos pocos, a los dictados de su ideología, no está capacitado para sacar a España de la actual situación de catástrofe económica y social. Seguro que pueden entender la delicada situación que padecen los españoles, como bien ha dicho Pablo Iglesias al apiadarse de todas esas familias que no tienen un jardín como el suyo para salir a pasear con sus hijos, pero son incapaces de ir con el ejemplo por delante, de desatender esos deseos irracionales y relativistas que sostienen los ejes de su ideología progresista.

Urge que Pedro Sánchez haga partícipe de las decisiones de gobierno a todos los partidos democráticos y que deje a un lado la propaganda y la búsqueda del rédito político. Si en los tiempos que corren se ve incapaz de dar ese paso, será una prueba fehaciente de su incapacidad para seguir al frente del Gobierno de este país. Por lo que habrá que replicar, como antaño ya se hizo, el "¡váyase, señor Sánchez!".