La eficacia o no de los gobiernos y las entidades nacionales y supranacionales se hace patente en las grandes crisis y en las situaciones más complicadas. No es nuevo en ningún país del continente europeo que, con los años ha ido creciendo un fuerte sentimiento antieuropeísta, lo hemos visto en diversos partidos de diferentes países europeos e incluso en el nuestro propio, por ello llama la atención como la Unión Europea está gestionando la situación actual.

La Unión Europea siempre se ha presentado como un organismo supra estatal que vela por los intereses del continente y de los países que forman parte de ella. Para ello los estados miembros han tenido que ceder y otorgar poderes en materias muy relevantes para los estados, tales como materias económicas y sociales. Así como una cesión en sus competencias legislativas, siendo la legislación de la Unión Europea predominante frente a la estatal. Por estos motivos no es extraño que cuando esta entidad no sabe hacer frente a las necesidades de los estados miembros surja de nuevo este sentimiento antieuropeísta que tanto daño puede hacerle.

La crisis sanitaria que estamos viviendo y la gestión que está teniendo la UE para con los países más afectados va a provocar un antes y un después en las relaciones internacionales. La suerte ha querido que los países que hoy por hoy estén más afectados sean aquellos que cuentan con menos recursos y que ya se vieron afectados por la crisis del 2008, por lo que el resto de los países que tienen economías más fuertes están viendo como los recursos de la entidad siempre favorecen a los mismos. Estos pensamientos junto a la crisis que estamos viviendo va a terminar por generar un sentimiento aun mayor de antieuropeísmo. Por un lado, los países menos afectados sentirán que son ellos los mantienen la Unión a flote con sus aportaciones económicas, y por otro lado aquellos estados más afectados van a ver como la Unión no cumple con las expectativas de proteger a sus miembros.

El punto crítico de estas dos posturas va a ser si consiguen mantener unida la organización o no, ya hay un estado que ha abandonado la Unión, si bien no es un precedente claro ya que, aún no se ha hecho efectiva su salida y su inmersión en las doctrinas o normas europeas tampoco era la misma que el resto de países, (uno de los ejemplos más claros es que no pertenecían a la zona euro) es un ejemplo para el resto de estados miembros de que es posible abandonar la UE y más importante aún sobrevivir.

Podemos observar como las uniones entre países se dan en todos los continentes, de forma más federales o no, por lo que la importancia de las uniones está muy presente en los estados. Por lo que podemos suponer diversos desenlaces a esta situación, si bien la desaparición de la Unión Europea puede ser uno de los escenarios finales después de esta gestión de la crisis. Otro escenario podrá ser que los países que abandonen la entidad es posible se unan en nuevas entidades supranacionales. Dado que en un mundo globalizado es difícil mantenerse a flote sin las relaciones con otros países, y después de estar tanto tiempo en organizaciones supraestatales en los que la colaboración ha sido tan estrecha no será posible la autonomía inmediata de estos estados.

Si bien todo esto son conjeturas, la única certeza que hay es que la UE está jugando una partida a vida o muerte y cuando acabe esta crisis veremos quien ha ganado.