Miles de niños y niñas alrededor del mundo viven en pésimas condiciones, a causa del desprecio y derroche de los recursos naturales en favor del consumismo. Al que, muchas veces, la mayoría de la población con ingresos medios, se ve obligada a seguir alimentando. Esto es, los pobres que se aprovechan de los más pobres y las escasas personas adineradas que contemplan, ajenos al daño que hacen sus empresas tanto a la Madre Tierra como a su propia mano de obra o la población civil afectada. Es un deber nuestro, y algo que lamentablemente no todos toman como obligatorio (si no el mundo iría de otra forma), ser solidarios con las personas que sin explicación alguna, tienen unas condiciones más desfavorables que las nuestras. Actuemos con empatía y caminemos hacia el bien común y podremos mejorar esta situación actual, al menos en nuestro pequeño día a día.