Tras escuchar los discursos de los diferentes partidos en el último debate por la prórroga del estado de alarma, uno llega a la conclusión de que de todo mal se puede obtener un bien. Que la portavoz de Bildu, un partido político que recoge los sentimientos independentistas de ETA, hable de igualdad, diversidad, fraternidad, libertad y se posicione en contra del racismo es una señal clara de una nueva realidad, de la posibilidad de que unos y otros tengan puntos de acuerdo para empezar a trabajar por la reconstrucción de la maltrecha sociedad española.

España seguirá en el estado de alarma, decretado por el Gobierno de Pedro Sánchez en el pasado mes de marzo, hasta finales del mes de junio. ¿Y qué pasará en julio? Pues que con las vacaciones estivales se reactivará el turismo, se recuperarán muchos puestos de trabajo y las arcas del Estado empezarán a recibir unos ingresos más que necesarios. Y llegará septiembre, el comienzo de un nuevo curso, y seguro que nuestro Consejo de Ministros retomará sus reales decretos y el balón volverá a rodar en los estadios de fútbol. Casi sin darnos cuenta, con el sorteo de lotería de Navidad, celebraremos en familia esa entrañable fiesta y esperaremos la llegada de los Reyes Magos. Y así, casi sin darnos cuenta, transcurrirá un mes tras otro y el olvido se empoderará de nuestra memoria. ¡La manifestación del próximo 8 de marzo será apoteósica e inolvidable en los anales de la historia contemporánea! Y transcurrirá un año, guardaremos miles de minutos de silencio, uno por cada una de las víctimas del coronavirus, y el Gobierno de Sánchez seguirá pactando con los partidos independentistas que quieren desmembrar a España y mantendrá en su gabinete a los ministros de Unidas Podemos que desean derogar la Constitución de 1978, suprimir nuestra Monarquía Parlamentaria e instaurar una Tercera República que, aunque no lo sepan, no necesariamente ha de ser de izquierdas. Eso sí, ¡ya no estaremos en estado de alarma... oficial!