Ahora que han pasado unos días y se va sedimentando su recuerdo, me gustaría escribir unas líneas acordándome de Pau Donés. No tuve el placer de conocerlo en persona, pero sí que acudía en muchas ocasiones a mi casa, entraba en mi habitación, en mi coche y en mis auriculares. Sus canciones sencillas y geniales, que comienzan rudas con su voz y sus acordes cual ramas de madera, para acabar siendo tallos tiernos y en flor; me han hecho cantar, reflexionar, reir, bailar e incluso gritar. En estos meses donde hemos vivido cómo algunas personas se iban transformando en cifras, e incluso hemos sentido la anestesia que produce escuchar reiteradamente durante muchos días el número de personas fallecidas por la COVID-19, nos damos de bruces con el último viaje de este gran artista. Volvemos a entender lo bella y maravillosa que es una vida singular. La aceptación de Pau de la enfermedad que padeció, sin ocultarlo y dando ejemplo, porque no queda otra. Como él decía: «convivir con la enfermedad, afrontándola sin luchar». También sucede cada día a gente maravillosa anónima que no sale en los medios pero que son igual de valientes. Cuando en una misma persona se juntan dos prismas tan sabios y sencillos, la luz que pasa por ellos es más clara y cálida. Esa luz seguro que puede guiar a otras personas que sufren o sufrirán como él, contagiándoles serenidad y paz. Por ese motivo, contra la enfermedad física y el padecer de nuestro ser, yo recomiendo su jarabe, sus canciones y su ejemplo social. Gracias Pau, hasta luego. José Antonio March Villalba. Valencia.