Todos los miembros del Gobierno, y sus centenares de asesores, han trabajado más que nunca durante este estado de alerta sanitaria. Puede que no sepan cómo calcular el número de fallecidos ni cómo va a ser el regreso a las aulas de docentes y discentes, pero ahí está esa nueva Ley de Educación que, pese a la oposición de la mayoría de la comunidad educativa, ya ha empezado su trámite parlamentario.

Los expertos que asesoran al Gobierno lo deben de tener muy claro: la culpa de la actual deriva educativa la tiene la LOMCE del señor Rajoy. Tanto es así que, si la LOMLOE de Sánchez estuviera ya vigente, el éxito escolar durante este confinamiento hubiera sido más que espectacular. Quizá por eso las prisas para aprobar esta ley cuanto antes, por si el próximo septiembre hay un rebrote de la enfermedad y nos tenemos que quedar otra vez encerrados en nuestras casas. Entonces sí, con esta ley progresista marcando el ritmo escolar, la educación online funcionará a las mil maravillas, la respuesta de las familias será óptima y eficaz y el fracaso escolar desaparecerá de la faz de esta tierra llamada España.

Los españoles, mientras esté vigente la LOMCE del PP, no nos podemos permitir otro estado de alerta sanitaria que cierre a cal y canto los centros educativos. Ojalá todos los grupos políticos, incluidos el PP, Vox y Ciudadanos, voten a favor de la ley educativa progresista y ésta se pueda poner ya en práctica el próximo curso. Y esta debe de ser la prioridad de toda la comunidad educativa: la aplicación de la LOMLOE desde el primer día del mes de septiembre. Lo demás, la habilitación de espacios con la debida distancia de seguridad, el correcto uso de las mascarillas y los productos de limpieza o la protección de las personas vulnerables, queda en un segundo plano.

Y es que no nos merecemos un Gobierno como éste, cuya preocupación primera no son sus ciudadanos y sus circunstancias, sino el imponer su ideología, ese pensamiento único que pretende convertir esta sociedad crítica en una sociedad de peleles.