«La Pepa», según me contó mi madre la primera vez que fuí a un cementerio a los doce años por el fallecimiento de mi abuelo, era el carrito parecido a una camilla con ruedas de bicicleta que usaban entonces para trasladar los ataúdes, actualmente está motorizada. Me hizo gracia el nombrecito, pero al seguir preguntando me enteré que era el nombre con el que llamaban al carro que recogía los muertos en la antigüedad en tiempos de epidemias, peste, cólera, etc, ante la gran cantidad. Los familiares sacaban los muertos a la calle y la Pepa los recogía. No sé si será cierto, pero es curioso lo que hace la tradición verbal, yo se lo he comentado a mis hijos, no sé si seguirá. Lo que hemos de conseguir es que la Pepa no tenga que volver a salir, existiera o no. Llevamos camino de ello debido a la ineptitud de muchos que solo se preocupan de figurar y de sus prebendas. El problema es que nadie controla al controlador. Una cosa buena de EE.UU. es que los jueces se eligen por sufragio, no como aquí que tienen el pan seguro sea cual sea su parcialidad. Luis Monleón Almela. Paterna.