La nueva política, la que ejercen los progresistas de nuevo cuño y los liberales desnortados, ya no tiene como uno de sus fines preferentes el alcanzar el bien común. De hecho, los más jóvenes y menos jóvenes del lugar no han oído hablar jamás de ese "bien común" que toda sociedad necesita para salir de cualquier tipo de crisis. Por bien común se entiende "el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección" (Constitución Pastoral Gaudium et Spes, n. 26). Y es el Estado el que ha de establecer y facilitar las condiciones para que todos podamos acceder a los bienes necesarios que nos ayudarán a alcanzar esa perfección que nos hará felices. Pero resulta que este Gobierno no quiere saber nada de ese "bien común" y prefiere hablar del "interés general". ¿Será porque el bien sólo se consigue si uno va de la mano de la verdad y, por ende, de la libertad? ¿Será porque el bien siempre es objetivo y para este Gobierno y los suyos todo es relativo?

Sánchez y los suyos sólo hablan de la búsqueda de ese interés general, de los intereses de la mayoría. ¿Y qué pasa cuando la mayoría se interesa por cosas que no son de su incumbencia? ¿Y qué ocurre si los intereses generales de esa mayoría entran en conflicto con los derechos fundamentales de una minoría? Una sociedad que se comporta según sus intereses, y encima con el apoyo explícito de su Gobierno, es una sociedad que camina sin rumbo, desorientada y que está condenada al fracaso. Porque los intereses vienen y se van, hoy son unos y mañana otros, y hasta pueden ser lícitos o mezquinos. Por eso "el interés general" jamás será un pilar firme donde construir algo que de verdad merezca la pena. Y es que, como alguien dijo alguna vez, no podemos olvidar que "por el interés te quiero Andrés".