Al final, y quizá a petición de la misma persona que lo exigió, el Gobierno no aprobará el impuesto a las grandes fortunas. ¿Será porque, por culpa de esta terrible crisis sanitaria, esas grandes fortunas han desaparecido del mapa? Los españoles no podemos conformarnos con una nueva normalidad llena de incertidumbres, desempleo y nuevas colas del hambre. Y claro que hay que agradecer al Gobierno esa paga mínima vital que va a sacar del hoyo a esos miles de familias que están sumidas en la pobreza. Pero ¿y qué pasa con los millones de parados que ya no cobran prestación o que pronto dejarán de hacerlo? Y ahí están todas esas personas inmersas en un ERTE, cobrando el 70% de su nómina y sin saber si podrán recuperar su puesto de trabajo. Y ahí están también todos esos trabajadores con jornadas parciales y sueldos de risa que no dejan de formarse, aunque ya esté cerca su edad de jubilación, para poder optar a un puesto mejor. El Gobierno no exigirá un impuesto a las grandes fortunas y el motivo no es que éstas hayan desaparecido por culpa de esta terrible crisis. La razón principal es que ellos, el presidente, los vicepresidentes, los ministros y sus cientos de asesores, forman ya parte del club de las grandes fortunas.