Desde principios de la pandemia de la covid-19, muchos clientes de CaixaBank con los que me he encontrado en las puertas de sus oficinas coincidimos en observar un deterioro en la atención personal. Creo que han cerrado oficinas y además, el servicio telefónico perjudica la atención presencial. Con estos antecedentes no nos podemos imaginar como podrá ser el banco que resulte de la fusión anunciada, porque el lenguaje utilizado y las ventajas aireadas parece que benefician a la nueva CaixaBank, por su liderazgo en el mercado. Aunque con esta estrategia no veo más que mayor capitalización bursátil pero quizás la reducción de las expectativas en banca ‘retail’ y huida de algunos clientes hacia la banca con trato más humanizado y personal, aunque quizá, momentáneamente, menos ‘eficiente’ para sus administradores y accionistas.