Por si algún habitante del planeta Tierra todavía no se ha enterado, os puedo asegurar, de fuentes dignas de todo crédito, que Diego Armando Maradona, el virtuoso cósmico del balón, nos ha abandonado. Ha fichado por un nuevo club que milita en otra liga, una competición extraterrestre, tal como lo era él.

Si algún termómetro existe para evaluar la temperatura sociológica-mental de nuestra sociedad, es éste. Nada más alienígena que todo lo que estamos presenciando.Nada más increíble que la contemplación, en vivo y en directo, de toda esa histeria, protagonizada por un planeta capaz de cualquier cosa. Argentina, Nápoles, y por añadidura más de medio mundo, han dado muestra de la enajenación mental que nos tiene atenazados.

Ya lo dijo Mario Vargas Llosa: «El fútbol es un fenómeno contemporáneo, elevado a la categoría de ‘religión laica’». Pero yo digo: ¿Hay algo que justifique tanto desatino? ¿Existen todavía los valores más elementales y universales, que se supone dirigen el mundo? ¿Hay posibilidades de salvarnos todavía? Aquella ‘mano de Dios’ seguramente era cierta, y el Pelusa sea el nuevo redentor... ¡líbranos, Señor!