Sigo observando las transgresiones y quejas de una parte de la sociedad que parece no darse cuenta de que esta situación de pandemia no es una película y que le puede impactar de lleno. Me gustaría dedicar unas palabras a esa bella parte de la sociedad que vive el día a día, que lucha por trabajar y ganarse el pan aun arriesgándose, pero que cumple con las normas y consejos de prevención para evitar contagiarse y evitar que se contagien los suyos. A esas personas que se ponen la mascarilla para proteger también al prójimo, que se sacrifican para conservar un grupo familiar de convivencia estable, que se privan del ocio o que, en circunstancias más dramáticas, sufren una repercusión económica negativa en sus vidas, pero no tiran la toalla. Personas que no salen en los medios de comunicación, que no protestan en su entorno, que no son conflictivas desde el punto de vista social y que se visten de respeto. Que ayudan y que suman en vez de restar, dando igual su nivel social o cultural. A ellas, pocas veces se les dedica un minuto de agradecimiento en los medios, ya que no son noticia. Va para estas personas mi más sincero reconocimiento y agradecimiento por pensar en los demás. No cometamos el error de pensar que son personas sumisas, no, son gentes que respetan. La sociedad silenciosa, que no silenciada, es nuestro mejor ejemplo. José Antonio March Villalba. València.