Los listos de la clase

Guzmán Blanco Sáez

València

Todos tenemos en la memoria al típico compañero que iba de gracioso y listo de la clase y que tenía una fórmula para el éxito basada en eliminar la responsabilidad e incluir la comodidad y el todo a última hora. Todos recordamos también la queja e incredulidad reflejados en su cara cuando, para él por cuestiones conspiratorias y para el resto por razones obvias, suspendía.

Pues bien, en la sociedad hay mucho listo, y al igual que para el listo de la clase la recomendación del profesor de estudiar a diario no es más que un tópico, para los listos de la sociedad, las medidas contra el coronavirus no son más que un reto para poner a prueba sus habilidades y seguir haciendo lo de siempre aprovechando los vacíos que, por su urgencia, tienen las medidas. De ahí nacen escenas surrealistas como las que presenciamos a diario y que en el futuro, cuando se juzgue nuestra actuación por generaciones futuras, nos harán sonrojar.

¿De qué sirve que una mayoría se ciña a las medidas si después una minoría hace lo que quiere? El verdadero problema está en el concepto de que a este virus lo ganamos entre todos, porque puede hacernos caer en el error de que si la responsabilidad se reparte entre todos, la ‘porción’ de cada uno es residual y de ahí la irrelevancia de la conducta individual. Es por ello vital hacer caer en la cuenta de la importancia que tienen todas y cada una de las acciones individuales en sí mismas, porque a este virus lo ganaremos entre todos solo si entendemos ese ‘todos’ como la suma de conductas individuales responsables orientadas por la madurez que exige una crisis como la actual. 

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