Creo que todos coincidimos en reconocer los méritos y prestigio de nuestra sanidad pública, así como la capacidad de respuesta de sus profesionales. Este maldito episodio de la covid-19 nos ha permitido conocer las fortalezas de nuestro sistema, pero también nos ha desvelado algunos aspectos organizativos susceptibles de mejora. Parece que un problema burocrático impide que se vacune dentro de su turno por edad a los funcionarios jubilados, mayores de 80 años y cuya gestión sanitaria se efectúa por Muface. Y otros funcionarios jubilados o con incapacidades permanentes, menores de aquellas edades y con diversas patologías no tienen programadas sus fechas de vacunación, porque, al parecer, las afecciones que han sufrido han sido tratadas en clínicas privadas y éstas no han dado traslado del expediente clínico a la sanidad pública. Irrisorio en la era digital ¿no?.