¿Valencia es la tierra de las flores? Ya no tanto. Nos llegan nuevas sensaciones olfativas, menos floridas, por todos los barrios de la ciudad. Las fachadas, farolas, árboles, macetas, jardines, prados...empapados con las micciones de perros. Son miles de perros paseando, levantando la pierna y dejando charcos de orinas en todo lado ante la mirada impávida de sus dueños. Las aceras deben ser un bien público, pero en Valencia los dueños de los perros se han apropiado de ellas.

En el verano, con el sol ardiente, las meadas alcanzan su máxima potencia. En mi barrio, en verano es preciso planear la ruta para llegar al mercado para no transitar por las calles más meadas. También, hay que escoger cuidadosamente su mesa en las terrazas, procurando no sentarse al lado de un árbol. Aunque algunos dueños de los bares y restaurantes lavan las aceras, la tierra de los alcorques de los árboles es fétida con la orina acumulada. El olor penetrante llega a la boca y se queda en la garganta, recordándonos que los olores son partículas. Mejor dicho, todos comemos orinas de perro con las tapas.

Con la llegada de las lluvias en días pasados, guardaba esperanzas de que la situación mejorase. Quedé decepcionado. Las primeras lluvias hicieron levantar aún más los olores de orinas en toda la ciudad, en las aceras, y especialmente en los alcorques de los árboles. He evitado las terrazas, no por el riesgo meteorológico sino por las náuseas.

¿Volverá el aroma de las flores en las calles y espacios públicos de Valencia? Hay soluciones. No obstante, la nueva norma que prepara el Ayuntamiento no tiene alcance suficiente. Regar un poco de agua sobre las orinas de las mascotas es esparcirlas más.

Según el último censo del INE, hay casi 100,000 perros en Valencia; suponiendo un peso promedio de 8 a 10 kilos y producción diaria de 300ml a 600ml de orina, significa que dejan hasta 50,000 litros de micciones al día, 350,000 litros a la semana, 1,500,000 litros al mes. No se va a resolver un problema de semejante tamaño con botellitas de agua.

Hay que prohibir que los perros orinen en los parques, plazas, aceras, fachadas, o alcorques so pena de multa. Obligar a los dueños de mascotas a llevar paños secos y limpiar las aceras de las orinas que dejan sus mascotas. Ya es obligatorio para los excrementos de las mascotas, ¿porque no para las micciones? 

Luego, como otra medida razonable y complementaria, exigir licencia para todos los perros, que permitiría financiar la limpieza más frecuente de aceras y plazas, y proveer más vigilancia y cobro de las multas. Con normas más estrictas, los dueños tendrían incentivos para invertir en el entrenamiento de los perros, para que orinen solo en los lugares designados. 

Solo con medidas más enérgicas, nuestra bella Valencia la sentiremos como perfume.