No es un melodía melancólica, ni una poesía de la añoranza, es un estudio científico sobre la triste invasión de lo puramente material sobre las bases espirituales del acontecimiento. Quien no sabrá, que el modus operante y el objetivo final, primero y primordial del asunto de estas fiestas es, actualmente, la satisfacción, entre regalos, fiestas y borracheras. No es un estudio escatológico, es social y antropológico. En estas fiestas se ve la base técnica y operativa social. El movimiento y los resultados y acciones sociales, sólo se conciben con fines materiales e inmediatos. Es decir, como diría Hume, las mentes vulgares viven en la inmediatez de la realidad física y material. No van más allá, no tienen pretensiones explicativas ni constructivas. La ciencia está volcada para construir objetos palpables, cercanos, materiales. Es la tecnología en grados. La filosofía murió y la historia se inventa. Nos enamoramos de la «grandiosidad de los regalos», porque no llegamos a más. El movimiento material navideño es una consecuencia de ello. Anuncios que vociferan la « vuelta de la verdadera Navidad con la posibilidad de salir a comprar no sé, desde una sierra hasta un turrón absolutamente indispensable para las Navidades». Algún elemento anímico, sentimental o religioso, solo se da en pequeños círculos marginales o familiares... No abogo por el catolicismo cristiano, pero, al menos, que nos esforcemos, aunque fuera solo por salud anímica, sentimental y psicológica, a darle un tratamiento más « enfilado» hacia la familia, paz y amor. Alberto barata Aznar. VALÈNCIA.