Jesús había abierto todas las ventanas y la puerta del café. Lo hacía una vez al mes, pues la caoba necesitaba secar las humedades de su habitual oscuridad. En una gran luminosidad y en la primera curva de la barra, Andrés le decía Alfonso 

  • Mira amigo, si seguimos y utilizamos puramente las primeras reglas del funcionamiento del mercado en la actualidad, en el mundo, buscarán entonces, unos beneficios en estas nuevas dosis. 

 Antonio con los codos apoyados en la barra e inclinado un poco hacia adelante, con cara de sorpresa, pero tranquilo le dijo  

  • Entonces ¿tú crees que algunas de las supuestas maniobras, para tener más seguridad sanitaria, se realizan de manera interesada económicamente, dudas de su necesidad real? 

El viento que entraba, se sentía fresco y el sol te daba un calorcito muy bueno. Era uno de esos días magníficos en la ciudad de Valencia. Andrés continuó 

  • Quiero pensar que no, pero en el mercado, el capital se deshumaniza, las entidades farmacéuticas, no son más que unos intereses económicos, dinero a repartir. De ahí, que tenga derecho a dudar y sospechar, de que su principal interés sea el bien común y no el beneficio propio como se supone. Son un montón de dinero, no más. No hay consciencia, hay euros, libras o dólares. 

Al ser la primera esquina donde estaban, Alberta entró directamente a situarse entre los dos tuvo y tiempo de oír el último comentario de Andrés y les dijo pasándoles los brazos a cada uno por los hombros 

  • Sí, sí, señores, las decisiones económicas, no las toman las personas sino el capital, los dineros, las relaciones económicas, los intereses, los poderes políticos, los beneficios, los repartos, las conexiones, los transportes, los productos y todo relacionado, dirán su precio y reparto y no la decisión de nadie. Es una relación económica, un global en la cual no habrá una persona que decida el futuro de sus precios. El dinero funciona solito, amigos. 

 

. Vale, vale - dijo Antonio levantando un tanto su mano izquierda con los dedos abiertos, sed conscientes del montón en que os metéis si habláis de que algunos elementos, acciones, recomendados y justificados públicamente, en el asunto de la vacuna, se realicen, en última instancia, buscando un interés económico. 

 Alberta seguía de pie a su lado 

  • Yo no acuso, yo hago razonamientos y generalizo. Si el mercado, cuando vende, piensa, única y exclusivamente en sus beneficios ¿por qué iba a ser ésta una excepción? 
  • Yo, Urbi et orbi, que decían aquellos…no me fío ni un pelito del mercado – añadió Andrés. 

 Aún tuvo tiempo Jesús de limpiar los vasos de la primera esquina y cerrar las ventanas y la puerta, encendiendo las luces del momento, mientras Antonio seguía tratando de plantear su imposibilidad de creer que pudiera haber ningún elemento influyente económico en este asunto tan importante y grave, como el virus y las vacunas. Aún que, la verdad, era que entendía perfectamente que al doctor Vacuna se le pudiese acusar de prevaricación y enriquecimiento.