Últimamente a través de las redes sociales he visto muchos linchamientos públicos por chistes. Entonces empecé a pensar en unos límites del humor que la gente empezaba a reclamar. En la facultad me di cuenta de que a mucha gente no le gustaba que hicieran bromas con su pueblo, o su lugar de origen. Después tampoco le hacía mucha gracia a la gente que te metieras con su gremio. Bromas hacia familiares tampoco eran una buena idea. Las etnias es mejor dejarlas en paz. Y con Dios ni te atreves. Y así podríamos seguir hasta el infinito. Sumando una tras otra. Porque todos esos mandamientos se resumen en uno solo: «Te puedes meter con lo que quieras menos con lo mío». Si se pusiera en práctica esa norma, se acabaría el humor, y eso sí que nos haría reír. Y descubrí que el humor no tiene límites. Los límites los tienes tú. Hay chistes que molestan, es obvio. Pero cuando algo molesta hay que joderse y cambiar de canal, dar unfollow o irse con alguien que te divierta. Martín Alfaro Sáez. València.