Cuando coincido con amigos a los que hace tiempo que no veo, algunos me dicen: "Que bien te veo para tu edad; ni siquiera tienes arrugas en la cara". En ese preciso instante se me ocurre detallarles un buen número de arrugas procaces que poseo, pero, por educación, me contengo. Me limito a darle las gracias por el elogio, y les comento que estoy convencido de que mi aspecto terso tiene tres causas bien definidas. Y si no me huyen, empiezo a teorizar.

Por un lado, la genética paterna. Mi padre, a mi edad, tampoco lucía arrugas en el rostro. Por otro, el ejercicio físico diario y la alimentación moderada. Y en tercer lugar (la más importante), evitar que se me encoja el alma. En ese momento la cara de mi interlocutor se arruga más, momentáneamente; y prosigo dándole más detalles de esta última causa.

Cuando el alma está deprimida, asustada, sin ganas, sin ilusión; se encoje, tira hacia adentro y hace que la piel de la cara se repliegue. No solo de la cara, también de la frente, los ojos, la boca...

La frente se arruga en líneas horizontales porque el alma reprime los pensamientos, los censura, los detiene, los tira hacia dentro. Las arrugas de los ojos se producen cuando miramos con temor, sin confianza, cuando los entornamos a la realidad y los contenemos. Las arrugas de la boca (mal llamadas códigos de barras) se hacen de apretar los labios para besar sin ganas a cuñados, a personas poco estimadas, a gente por compromiso. La boca está hecha para besar abierta, con los labios hinchados, turgentes, rojizos, generosos, sin trabas, con necesidad. A veces no hay suficiente boca para besar todo lo que necesitamos. (En este momento mi interlocutor intenta huir). Y prosigo.

Creo que son razones suficientes para explicar mi ausencia de arrugas -les justifico-. Aunque no deja de ser una teoría sin ninguna base científica (que yo sepa). Pero -continúo razonándoles- está llena de amor, ilusión y esperanza; mucho más que la mayoría de las teorías políticas y religiosas que nos predican e imponen a diario.

No obstante -les aclaro-, si algún día noto que me empiezo a arrugar, buscaré otra teoría para explicar el cambio. Porque cualquier teoría, incluso las científicas, no son inmutables. Y no me "arrugo" al decirles que se atrevan a ponerla en práctica, pero que no les garantizo que tenga efecto retroactivo.