Cuando escuché por primera vez la palabreja pensé: ¿qué será eso? Ahora lo tengo claro, el concepto es más viejo que la tos. Yo tengo dos primos que viven en sendos desde su infancia y aún no han podido salir de ellos. La diferencia es que ahora la apuesta es virtual y antes ese mundillo era solo imaginario. Únicamente te requería dos cosas: pocas ganas de doblar el lomo y un gran afecto por ti mismo. Mis primos cumplían ambos. Vivir en una realidad paralela tiene algunas ventajas, pero muchos inconvenientes, porque creerse el rey del mambo alimenta nuestro ego, descuida nuestros contactos sociales y nos sumerge en el fanguillo de nuestras propias miserias. Nos despista, nos aleja de los nuestros y nos desarraiga de lo cotidiano, en definitiva, nos hace más vulnerables y más infelices y nos deja al albur de los desaprensivos que mangonean el mundo y lo manosean impúdicamente mientras nos mantienen absortos y entretenidos en el limbo de un universo que no existe. Los mundos de Yupi, perdón, el metaverso, no existe. Lo siento por quienes se han gastado sus ahorros comprando terrenitos en la red. Más les valdría tener los pies en el Universo. Pobres. Carmen Capilla Lanagrán. València.