He leído una noticia que en principio me produce estupor con lo que está cayendo, que el BBVA espera repartir, en palabras de su presidente, Carlos Torres Vila, 7.000 millones de euros a los accionistas entre los años 2021 y 2022; además «que no descarta distribuciones adicionales. Si se consulta internet se puede conocer que el presidente citado gana al año 5 millones de euros y en otros años 7 millones.Si se sigue leyendo, se pueden leer las especiales palabras del citado : «los clientes son importantes y hay que cuidarlos», «estamos logrando grandes éxitos digitales», «somos la primera potencia financiera bancaria», y otras buenas frases por el estilo. Pero hay que conocer las penosas comisiones y gastos, que les ponen a los que dicen que son cuidados clientes y demostrado que son fieles durante cincuenta años, además utilizando sus ahorros para sus operaciones financieras. Los escritos que le envían de quejas evitan sus subalternos o colaboradores que le lleguen, presentando a su presidente una idílica posición sin queja alguna; de esta manera nunca sabrá la verdad y la realidad circundante. Me causa también estupor ese poder de «trastienda», pues aparece ante el ciudadano un bastión inexpugnable e incongruente, ya que estoy seguro de que el presidente ni siquiera es conocedor del cerco de privatización en que le mantienen, pues es seguro que si se enterara del problema enviado por escrito, resolvería sin demora positivamente, librándose él mismo de ese extraño mimetismo y poder que le someten y le rodean, un mítico poder de «trastienda». Francisco Javier Sotés Gil. valència.